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Partido ultimátum

Actualizado a

El partido ante el Atlético viene vestido de ultimátum para el Rayo, aunque hay costumbre en la casa de jugar los tres últimos meses de campeonato bajo la hipertensión del descenso. Por ahí lo tiene más fácil el psicólogo que Gustavo Benítez ha incluido en el plan de salvación, que empieza y termina en Vallecas. Porque lejos de ahí el calendario es Vietnam: Bernabéu, Anoeta, Camp Nou, Sánchez Pizjuán, Son Moix y el Nuevo Zorrilla. Es decir, el Himalaya en las primeras etapas y clásicas duras y peligrosas de postre. Un calvario.

Cambia Benítez casi la mitad del equipo, aunque eso no parece decisivo porque Míchel es el único galáctico que orbita en Vallecas. La transformación exigida es anímica. La salvación, como bien explicó Manzano una temporada atrás, es un acto de fe que se profesa en casa, con un espíritu de grupo guerrero e infatigable que arrastra a la afición e intimida al adversario. A Vallecas le cogieron asco la mayoría de los equipos en los exámenes finales del curso pasado por pequeño y agobiante. Este año, el equipo franjirrojo ha ganado en casa cuatro partidos de trece y ya sólo le quedan seis. Todo lo que no se aproxime a conseguir 18 puntos en su feudo le manda a Segunda. O sea, que necesita alborotar el partido y al público, y pedir al Atlético que se embobe con la Champions, porque esa ilusión le provoca desmayos.