La afición malaguista realizó el desplazamiento más numeroso jamás visto fuera de nuestras fronteras. Un millar de seguidores no dejaron solo al equipo en Oporto, donde se hicieron notar desde su llegada al aeropuerto.

A la hora bruja de las doce de la noche, de las tascas lusas sólo brotaban cánticos de apoyo al Málaga. Himnos orquestados por la batuta del carnavalero Pepe León y arengados por el humor de Manolo Sarria. Todo Oporto se enteró de que la afición del Málaga había llegado. Lo curioso es que sólo habían aterrizado 300. A la mañana siguiente —el día del partido— llegaron los 700 que faltaban. Las calles del barrio de Boavista fueron tiñéndose de blanquiazul al compás que marcaba Juan el del Bombo y otros ilustres malaguistas que, incluso, se habían dado de baja temporalmente en sus trabajos para asistir al encuentro más importante de la historia del Málaga. "Le dije a mi mujer que alternaría una eliminatoria sí y otra no, pero esto es una vez en la vida y no me lo puedo perder", dijo Miguel Ángel, el encargado de llevar a hombros a Manu tras eliminar a los griegos.

Bajo un sol de justicia, hinchas de la Peña Málaga, Federación de Peñas y Frente Bokerón, entre otros, dispararon su euforia camino de Do Bessa, aunque no faltaron aficionados ingleses, vallisoletanos, salmantinos y gallegos. Ya en el estadio, los boquerones no dejaron ni un instante de alentar con sus cánticos a los hombres de Peiró.