Yo digo Vicente Carreño

Algo tenía que fallar

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Demasiada dicha, semana de festejos, panorama idílico en el Atlético. Algo tenía que salir mal. Así que en el minuto 86 —tan cerca del final— la suerte se vistió de celeste. Sí, sí, que el Celta no había hecho méritos para tanto premio. Fue un contraataque magistral de Gustavo López, que se llevó a la defensa rojiblanca, se giró sobre sí mismo y vio a Berizzo que entraba más solo que la una, como le gusta decir a Robinson. Y gol. No lo pudo evitar ni un porterazo de la talla de Esteban. Todo esto significa que la escalera que lleva a la Champions —el regalo que quiere Jesús Gil— se pone un poco más empinada. Son cosas del Atlético, que cuando lo tiene mejor más se complica. Es el sino este año. Cada vez que el equipo se acerca a los primeros, tropezón.

Hace siete días el Atlético se trajo un botín de Valencia de la misma forma que ahora el Celta se lo lleva del Calderón. Ya se sabe que quien a hierro mata a hierro muere. El Atlético no jugó mal, sobre todo en el primer tiempo, bien pertrechado atrás, con Coloccini cada vez mejor, con Emerson haciendo un fenomenal trabajo por todo el campo y Albertini tocando bien. El Atlético tuvo mucho centrocampismo pero poca llegada. Y eso fue lo que terminó pagando con la derrota. No podía ser de otra manera. Demasiada dicha rojiblanca, el panorama se había pintado de color rosa. Algo tenía que fallar. Y ayer al Atlético le falló la suerte. Y la puntería.

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