Florentino y Fernando
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S i se hubieran conocido en otras circunstancias, no dudo de que se habrían llevado de maravilla. Redondo representa todos los valores que Florentino desea en un jugador de fútbol: discreción, profesionalidad, carisma ante el aficionado y espíritu ganador. Florentino, a su vez, lo que Redondo buscó siempre en el dirigente: seriedad, sentido empresarial, responsabilidad y respaldo a las grandes figuras. Pero las cosas se torcieron desde el inicio. Si haces caso de la versión de Florentino, Redondo se marchó a Milán porque quiso. Según el presidente, con que hubiera descolgado el teléfono y le hubiera transmitido que no deseaba ser traspasado, ahora seguiría de blanco. Según Redondo, no descolgó nunca ese teléfono porque le dejaron claro en todo momento que la intención del club era venderle ante la jugosa oferta del equipo italiano.
Pasados los años las posturas se han enquistado tanto que ya no hay solución. La habrá cuando Fernando cuelgue las botas y se venga a vivir a Madrid. Y la habrá porque el madridista no olvida los servicios prestados, la contribución de Redondo a la conquista de la Séptima y la Octava. No crea Florentino que salimos redondistas como setas con esta primera visita del jugador luciendo otros colores. No. Lo podrá comprobar el miércoles en el Bernabéu. Igual no sean tan radicales en la defensa de las virtudes futbolísticas del jugador, pero sí igual de vehementes a la hora de valorar la entrega durante un lustro al club. En eso, la mayoría absoluta se puede convertir casi en unanimidad. El carisma no se compra en las tiendas y Redondo nació con él. Como nació con el simbólico cinco a la espalda, el que identifica en Argentina al organizador. Sea bienvenido.
