Yo digo Vicente Carreño

Calamidad de árbitro

Actualizado a

Noticias relacionadas

El partido iba bien, muy bien. La afición había dedicado en los prolegómenos sus mejores gritos a Germán Burgos —cúrate, Mono, y vuelve pronto—. El Niño Torres estaba apareciendo y había marcado un golazo con su sello después de dejarle a Fernando Sanz una prueba de su talento. El Málaga jugaba muy bien, Darío era un incordio permanente, y Manu se crecía por la banda y sacaba unos centros primorosos. El Atlético ganaba dos a uno, Luis García había metido el primero —un obús desde el borde del área— y el Málaga acababa de recortar distancias —Darío, ¿cómo no? Darío—, exhibía su calidad y no se rendía. Había partido. El final del encuentro se presentaba espectacular y vibrante. Nos íbamos a divertir.

Y en esto apareció Moreno Delgado. Fue cuando Luis García le dio una patada al balón una vez que había pitado el árbitro, nada punible, un gesto instintivo. Pero Moreno Delgado irrumpió en el partido como una apisonadora. Y se lo cargó. Le sacó la segunda amarilla a Luis García—ya la primera había sido otro despropósito cuando Luis le tiró la camiseta al público—. Y a la caseta. Enseguida se dio cuenta del patinazo y lo arregló con otra expulsión: Darío Silva, a la calle por rematar cuando le había pitado fuera de juego. Otra injusticia. Moreno asoló el partido, fue una plaga en el Vicente Calderón, una calamidad enviada por Sánchez Arminio. Así que el árbitro nos privó de un final apasionante. Otra vez será.

Te recomendamos en Polideportivo