Yo digo Vicente Carreño

Un circo con rinoceronte

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El circo duró 49 segundos. Muy poco. Fueron más largos los prolegómenos, la mirada asesina de Tyson, la agresividad que desprendía su imagen. La pelea fue sólo un derechazo tremendo de los que Mike pegaba cuando era un jovencito. El Rinoceronte Negro se la tragó y ya se quedó en el suelo. ¿Para qué iba a levantarse? Un millón de dólares por 49 segundos y un derechazo. No está nada mal. Pero ese es el fenómeno Tyson. Parecía en su peso, parecía entrenado. Pero fue tan rápido que es imposible sacar conclusiones. Y, además, ya habíamos dicho en vísperas de la pelea que este Etienne, apodado el Rinoceronte Negro, no les iba a estropear el negocio de la revancha ante Lewis.

Porque ese duelo es el único que les importa a todos. Así que se puede decir que Tyson cumplió su papel, que era ganar muy prontito por KO; y Etienne el Rinoceronte, el suyo, que era caerse y quedarse tendido en el tapiz hasta que el árbitro contase diez. La pelea no despejó ni una sola duda. No hemos olvidado la paliza y la lección de boxeo que Lennox Lewis le dio a un desconocido Tyson. Los puños de Mike fueron de mantequilla frente al británico y no han vuelto a ser de hierro por haber tumbado al Rinoceronte. Etienne sólo fue un rival de circo. King Kong no ha vuelto por un derechazo. Tendrá que hacer mucho más para que volvamos a creer en él.

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