Madridista de genio

Madridista de genio

De Figo lo que más impacta es su adaptación a la biosfera madridista. En tres temporadas se ha ganado el reconocimiento general del exigente sanedrín del Bernabéu, que sin duda le recibió con evidente recelo. Florentino apostó fuerte y ganó: a día de hoy identificamos la imagen del portugués vestido de blanco, más que de azulgrana. Aquello parece lejano, lejanísimo.

La aportación de Figo al Madrid resulta fundamental. Es la distinción en la raya de cal, rebosa clase y se mueve en sincronización perfecta con el talento que le rodea: Raúl, Ronaldo y Zidane... es el mejor cómplice para estos depredadores de área. Y además destila genio, casi rabia, que unas veces es buena y otras, mala. Los vimos en Pamplona, donde en la impotencia de su flojo partido se revolvió furioso para quedar al descubierto con una tarascada fuera de su estilo.

Como les sucede a los grandes artistas, Figo también atravesó y superó la etapa oscura. Aquellos meses malditos en los que por agradar y ganar se machacó el tobillo. Esta temporada es otra vez el futbolista elegante que necesita el Madrid. Un jugador de caché para las grandes ocasiones y de los que se remangan cuando suena el toque de corneta. Un galáctico ajustado a la filosofía del madridismo clásico.