Rogge bendice a Madrid 2012

Polideportivo | Foro Ferrándiz - As

Rogge bendice a Madrid 2012

Rogge bendice a Madrid 2012

El presidente del Comité Olímpico Internacional participó en el Foro Fundación Ferrándiz-AS y mantuvo así el primer contacto con la candidatura madrileña

Jacques Rogge es austero, alto (1,85), tiene 60 años y los aparenta, debió ser apuesto, sonríe con facilidad, lleva el reloj en la derecha y no tiene una estilográfica de oro prendida del bolsillo interior de su chaqueta: utiliza un rotulador negro de punta fina que se pierde en uno de los bolsillos exteriores, entre papeles con notas. Usa zapatos sin cordones y prefirió alojarse, por su cercanía al aeropuerto, en el hotel Barajas (cuatro estrellas) antes que en el Ritz (mil).

Jacques Rogge es un cirujano ortopédico belga que veranea en Cadaqués y que además preside el Comité Olímpico Internacional, lo que equivale a ser uno de los hombres más influyentes del planeta. Y ayer participó en el Foro Ferrándiz-AS, en su primera visita a España desde que Madrid se presentó al mundo como aspirante a los Juegos de 2012.

Después de visitar ARCO acompañado de su mujer (viaja sin séquito), su Mercedes modelo portaviones aterriza en la Fundación Ferrándiz. Rogge es recibido allí por una de docena sonrisas que luchan por ganar la posición: del alcalde de Madrid al Secretario de Estado para el Deporte, pasando por el alcalde de Alcobendas, gran fajador en la zona. Acto seguido, se le invita a descubrir una placa que resulta ser una calle: Avenida Olímpica. Ferrándiz, el anfitrión, le explica que las calles adyacentes llevan el nombre de los 28 deportes olímpicos. "¿Y caben todos?", pregunta Rogge divertido. Y con la cuestión aún en el aire, sale al quite Álvarez del Manzano, presto al socavón: "¡Y si no caben hacemos más calles!".

Ya en el Museo del Baloncesto, frente a la exposición de relojes de pulsera, Rogge pregunta si no está el de Múnich 72, el de la final de baloncesto que ganó la URSS al equipo de Estados Unidos con un tiro sobre la bocina (o casi). Nadie sonríe, sólo él. El protocolo no es muy bromista. Su esposa le roza de vez en cuando el brazo, discreta, pero se pierde otra vez entre diálogos en francés y guardaespaldas con abrigo de franela entre los que se abre paso Samaranch padre; su hijo camina más ligero. Tras el discurso de rigor, el Foro; y al fin, la despedida de Relaño, el moderador: "Doctor Rogge, estamos en sus manos". Y él se ríe, porque es verdad.