Valle: "Los árbitros nos ayudaron un poco a no bajar en 1942"

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Valle: "Los árbitros nos ayudaron un poco a no bajar en 1942"

Valle: "Los árbitros nos ayudaron un poco a no bajar en 1942"

enric fontcuberta

El único superviviente del equipo del Barça que se salvó de descender en la promoción del 42 recuerda la historia y no quiere que se repita

Josep Valle Mas es hoy un viudo de 85 años que vive muy dignamente en una de las pocas casas unifamiliares que todavía están en pie en el viejo Les Corts, en pleno auge de centros comerciales y rascacielos. Allí, en un salón repleto de recuerdos en azulgrana, nos recibe el único superviviente de aquel equipo que salió al añorado Chamartín a salvar el honor de un club, de una ciudad, de un pueblo, de una nacionalidad histórica en definitiva, en la promoción de la Liga 41-42. Valle fue un fenomenal extremo izquierda, de los que jugaban pegados a la cal: 77 partidos y 19 goles. Sólo las lesiones le impidieron ser internacional.

A Valle no le cuesta demasiado rememorar esos momentos de crisis barcelonista elevada a la enésima potencia. "Jamás estuvimos peor. Aun así, la gente estaba con nosotros". ¿Qué le decían por la calle? "Ja, ja. No nos conocían. En Les Corts perdíamos mucho, pero no nos pitaba nadie. No es como ahora. Recuerdo que al principio de la temporada había 10.000 socios y justo antes de la promoción se alcanzaron los 15.000". Tanto ha crecido el Barcelona que a día de hoy faltan asientos libres en la inmensidad del Camp Nou, que tuvo que ser pensado para dar cabida a los que se quedaban fuera en Les Corts.

El Ángel de la Guarda del Barça —así le llaman a día de hoy los veteranos culés, ya que se encarga de cuidar a muchos de sus compañeros más veteranos y enfermos— no se explica cómo pudo llegarse a esa situación límite. "Marcábamos muchos goles, ganamos la Copa, pero luego nos daban la vuelta a los partidos con mucha facilidad. Yo casi no podía ni dormir". El asunto de los árbitros es muy recurrente. ¿Les ayudaron? "Un poco la verdad, para qué le voy a engañar. Un Barcelona en Segunda era demasiado fuerte, aunque ahora no me viene a la memoria ninguna jugada polémica". Hay más testigos. El fallecido Domingo Balmanya, compañero de Valle en esa nefasta temporada, dijo en su día: "¿El árbitro? Pobrecillo, cerraba los ojos".

Con el colegiado a favor (o casi), los barcelonistas solamente debían temer al factor campo: Chamartín. Una semana antes habían ganado la Copa de España en el coliseo blanco... "Pero en esa época el mejor era el Atlético Aviación, ¡eh!", avisa Valle, con una media sonrisa. Este aragonés de casualidad —nació en Oliete, pero a los cuatro días se ya se instaló en Cataluña— mantiene ese aroma puro del que es "primero culé, después culé y al final, culé".

En la concentración de Aranjuez se convencieron de que todo estaría en su contra. "Y no nos equivocamos. O todos eran murcianos o todos muy anti-barcelonistas". Valle desmiente a Balmanya. "Él dijo que había visto a conocidos en la grada. Yo sólo vi a algunos. Allí sí que nos pitaron todos. Más presión nos pusieron después del primer gol, que lo marcó el Murcia. Me vi fastidiado. La pesadilla continuaba. Yo me había perdido la final de Copa por lesión y volvía para ese partido clave. No podía permitirme perder". ¿El 5-1 final hizo justicia? "Sí, la hizo. El Barça tenía unos jugadores fenomenales. Mariano Martín, Balmanya, Rosalench... el portero Miró".

Lo que ha cambiado

Valle no pretende hacer comparaciones con la situación actual de los de Antic. Ni valora que los árbitros le puedan echar una mano institucional en pleno siglo XXI, ni tampoco la racha tan negativa que están encadenando. "Yo nos los veo tan mal. No se puede concebir un Barça en Segunda". Habla la cara amable de la experiencia. Y por eso se permite el lujo de criticar. "El problema del Barça de hoy, y de muchos otros, es que no hay relación de amistad entre los futbolistas. En el 42 estábamos con el agua al cuello, pero cada viernes nos íbamos de tapas, a comer con las mujeres. Éramos una piña. A lo mejor eso fue la clave para que nos salvásemos". Y eso que cobraban 500 pesetas por ganar fuera.