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El banquillo móvil

Portillo metió un gol. Ronaldo no anduvo contra el Mallorca tan fino como puede y sabe. ¿Qué es el banquillo? O si prefieren formularlo de otro modo: ¿Qué elige a los elegidos? Se supone que, en cualquier equipo, los titulares son los mejores, y los del banquillo los peores, lo que no quiere decir —sobre todo en equipos de relumbrón— que sean malos. Pero en fútbol el banquillo no es ni puede ser pura matemática y está (debe estar) sometido a oscilaciones. Pocos entrenadores —salvo el inefable Van Gaal— dejarán a un crack haciendo banquillo, a no ser que esté hecho un genuino desastre, porque el público no se lo perdonaría.

Quiero decir que el banquillo bueno es el banquillo móvil. Casillas pasó muchos partidos sentado la temporada anterior. Hoy ha logrado hacer ver que suele quedar muy por delante de César. El banquillo es un grito a favor de una oportunidad, y el entrenador que sabe moverlo es el excelente. ¿No tiene McManaman días estupendos? Sin embargo cuando los buenos juegan bien (Zidane es un caso clarísimo) uno entiende el banquillo. Portillo puede acertar y es —seguro— un futuro talento. Pero, hoy por hoy, no es Raúl. ¿Y Celades, de quien tan poco se habla? ¿No podría mejorar Celades, quizás, haciendo menos banquillo? Diría Eugenio D´Ors que el banquillo es el teorema de Pitágoras del fútbol. Como mínimo es la prueba del nueve.