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Evitemos contagios

Actualizado a

Cuando los males de tu vecino contemples, toma nota para no copiarlos. Las selecciones española y belga que ayer se enfrentaron (o coincidieron) en Murcia son ejemplos inmejorables de equipo y banda, respectivamente. Camaradería máxima y objetivos comunes en el bando español, facciones y desmotivación en el belga. Para evitar suspicacias entre flamencos y valones, el seleccionador habla en inglés. Y para cubrir las renuncias de los mejores jugadores del país, que pasan de selección, debe convocar a hombres de segunda fila.

Me da escalofríos pensar que los radicalismos nacionalistas pudieran obligar algún día a que nuestro seleccionador hablase portugués en los tiempos muertos, o que las estrellas de la ACB considerasen imprudente gastar energías en el equipo nacional, anteponiendo los intereses de sus clubs.

Ilusiona, en cambio, la posibilidad de que Moncho López sea una reedición del caso Díaz Miguel, al que Anselmo López llamó para una semana (se esperaba a Ed Jucker) y luego estuvo 27 años. También a Moncho le hemos puesto la etiqueta de provisional, pero puede sorprendernos aferrándose al cargo (es ferrolano, por si vale como pista, y sin ánimo de comparación). Con el respaldo adecuado y con buenos jugadores, Moncho López y Joan Creus pueden completar un gran ciclo.