Yo digo Vicente Carreño

La nariz del Mono

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Para mí, la clave del partido estuvo en la nariz del Mono Burgos. Yo ahí sí que vi que el Atlético iba a empatar. Cuando aguantó quieto en la línea de la portería y se llevo el trallazo de Figo, se intuía que la suerte había cambiado de bando. El que perdona, ya se sabe... Lo vio hasta Luis, que se estaba durmiendo en el banquillo y se desperezó para lanzar a sus tropas al asalto. Tuvo el Atlético fe gracias a la nariz del Mono, y a sus reflejos, claro. Y por eso empató. Por eso y por que Albertini, que nos hace sufrir tanto esta temporada, se reservaba una joya para el último segundo. Fue un lanzamiento magistral. Así que me desdigo: este tipo la pega como nadie. Y le limpio las botas al italiano si hace falta.

No nos impresionaron los galácticos. A algunos se les fue la fuerza por la boca en la previa —"Vamos a ganar por dos", "y yo voy a meter tres"—. Alguien debería haberles explicado que en los derbys lo normal es que casi todo pase al revés, y que el Madrid remonte con diez o que el Atlético les quite el caramelo de la boca cuando ya se relamían. Comprendo que no les siente bien y por eso quizá Hierro se marchaba enfadado del campo y protestándole a Daudén. Hace mal en enfadarse. Fue un gran derby, con todos los ingredientes. Penaltis, nervios, expulsiones, altercados, fútbol a 200 revoluciones. Todos como locos. Eso a lo mejor explica los tres fallos clamorosos de Raúl, otras veces el máximo verdugo del Atlético. Ayer no, ayer estuvo especialmente generoso o debió de ponerse las botas cambiadas de pie. No siempre va a ser fiesta Raúl, majo. Y gracias por los regalos. Tampoco fue el derby del Niño Torres. No importa, aún es pronto para él. Quizá llegue su hora en la vuelta en el Calderón. Allí les esperamos.

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