Yo digo J. J. Santos

Azu, Chava y la vida

J.J.Santos
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Ensalada de langosta y un buen vino de Rioja para empezar. Conoce de memoria el recorrido del próximo Tour de Francia 2003 y sueña con reventar al americano Lance Armstrong en las rampas del mítico puerto de Alpe d’Huez. Después, un buen chuletón, poco hecho. Está deseando que llegue el mes de febrero para que todos vean los resultados de su milagrosa recuperación. Turrón y helado de mango de postre. Dice que vuelve al ciclismo por los miles de aficionados que nunca le han abandonado. Sí, es la cena de Nochebuena que compartí con Jose María Chava Jiménez en el Gorbea, lugar del buen yantar en el Gloria Palace de Gran Canaria.

Al día siguiente, Navidad, tres horas de bici, 120 kilómetros. Le sigo en el coche. Se pica con varias motos, corona puertos y regala sonrisas a los chavales que le reconocen. Luego, ensalada y zumo antes de la siesta. Y en todo momento, sin hacer ruido, Azu, su novia de siempre, la que controla medicinas, entrenamientos y futuro contrato. Las otras piernas del Chava y, sobre todo, la otra cabeza del campeón, la que no arrojó nunca la toalla. Si todos merecemos una segunda oportunidad, Jiménez la merece más. Eusebio Unzué, José Miguel Echávarri, hace años que nos conocemos: pongo la mano en el fuego por él. Creo que nos hará disfrutar mucho en verano.

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