El triunfo de Cenicienta
Al Guerrero Holyfield le pesan los cuarenta años y los golpes que ha recibido en sus numerosas batallas. Sólo así se explica que en Atlantic City bajase del ring derrotado por Chris Byrd, un campeón Cenicienta, un tipo gris y mediocre, un peleador al que habría arrollado hace sólo unos años. Ahora Holyfield le ha servido de trampolín. Para eso quedan los campeones cuando se empeñan en dilatar su carrera más alla de los límites razonables. Y Holyfield, que sigue teniendo corazón de guerrero -eso no lo perderá nunca-, debió haber dicho adiós al boxeo hace mucho tiempo. Ahora ya le fallan las fuerzas y no puede seguir el ritmo de boxeadores más jóvenes y en plenitud como Byrd.
Noticias relacionadas
El nuevo campeón de los pesados de la Federación Internacional es un peleador sin gancho, poco espectacular, pero capaz de complicarle la vida a cualquiera, como ya demostró al ganar al menor de los hermanos Klistchko, Vitaly. El estilo de Byrd no atrae ni al público ni a las grandes cadenas de televisión. A él eso parece no importarle: "Hago el boxeo que me conviene para ganar las peleas y no pienso en los espectadores". Por eso su popularidad estaba bajo mínimos. Byrd, que tiene como entrenador y mánager a su padre, consiguió su primer gran triunfo como boxeador en España, precisamente en los Juegos Olímpicos de Barcelona, donde se llevó una medalla de plata.
Byrd tenía estudiada al detalle su pelea con Holyfield: "Mantendré siempre la compostura y no pararé de lanzarle golpes, para que él no se me venga encima con sus combinaciones". Eso es lo que hizo. Siguió su táctica al pie de la letra y mantuvo a raya al viejo ídolo, un mito del boxeo, que ya es una leyenda de este deporte aunque se empeñe en seguir arrastrando su nombre.