Los plomos fundidos
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Hay que tocar un poquito más, y tener el balón, y no perderlo a lo loco y sin criterios, y que el Niño y José Mari no sean islas solitarias a los que se tiran pelotazos a ver qué pasa. Y si pasa algo, vale, gol, ganamos. Si esto del fútbol no es tan difícil. En el Atlético llevan desde que comenzó la temporada sin saber que existe el mediapunta. Se lo saltan. Sí, sí, como si no existiera. Juega con uno menos. Ayer, Jorge no tocó bola en todo el primer tiempo. Ni le vieron.
Bastó con que Ilie estuviera inspirado un ratito para que el Alavés se pusiera con dos goles de ventaja. Y a esperar. Asunto resuelto. Mané le aplicó a Luis la medicina que tanto le gusta: el contraataque. Y le funcionó de maravilla. Esta vez no hizo falta ni la presión de Pamplona. Allí sí, allí los once de Osasuna parecían leones. En Vitoria el Alavés dejó jugar, sobre todo en el centro del campo. Pero ahí hace tiempo que al Atlético se le han fundido los plomos. Hasta ahora quien mejor ha funcionado es Movilla, pero ayer se pasó todo el partido en el banquillo. Cosas de los entrenadores. Lo evidente es que con Albertini al mando este Atlético no anda. Y el único recurso ofensivo, Stankovic, ya no sorprende a nadie. Si encima el Niño falla los penaltis y ya lleva dos, apaga y vámonos. Este Atlético necesita que le insuflen vitaminas por todas partes. Sobre todo en el centro del campo.