"No me anunciaré buscando espónsor"

Ciclismo | José M. Echávarri

"No me anunciaré buscando espónsor"

"No me anunciaré buscando espónsor"

ANDRÉS GARCÍA

Cinco Tours de Francia, dos Giros de Italia, un oro olímpico, dos Mundiales y un total de 337 victorias sumó el Banesto en sus trece campañas, que le han colocado como el mejor equipo español de todos los tiempos. Este año afronta su última temporada y José Miguel Echávarri, padre del proyecto, hace un repaso de esta época gloriosa, del futuro de su grupo, que tiene que encontrar un nuevo patrocinador, y de la crisis que vive actualmente este deporte.

Después de trece años haciendo historia en el ciclismo español, el Banesto está ante su última campaña. ¿Qué siente usted en estos momentos?

—Agradecimiento. Con el Banesto logramos reunir a Pedro Delgado, la figura del presente, y a Miguel Indurain, la figura del futuro inmediato. Eso exigía un gran desembolso económico, pero lo caro siempre es bueno. Y eso nos dio la base para hacer una gran formación que ha terminado siendo el equipo español más laureado de la historia. Por otro lado, los patrocinadores conectaron enseguida con la filosofía de dar preferencia a los hombres que a los resultados. La paciencia de aguardar a la madurez de los ciclistas para recoger los frutos. Eso es algo que ya no se encuentra en estos tiempos.

Ahora se echa en falta cualquier tipo de patrocinio, ¿no?

—Los tiempos cambian. Recientemente falleció Juan García Barberena, patrón del Reynolds, que fue el arranque de toda esta historia. Don Juan entendía el ciclismo más como un mecenazgo que como un patrocinio. Se implicaba en el equipo. Ahora no parece haber en las empresas personas capaces de tomar decisiones individualmente. Siempre hay por medio un Consejo de Administración para tirar adelante.

Banesto se va y usted tendrá que convencer este año a alguno de esos Consejos para mantener el equipo. ¿Le asaltan dudas sobre si podrá conseguirlo?

—En principio tenemos que ser equilibrados y no desatender a Banesto. Esta es nuestra prioridad. Y luego, hay que buscar un nuevo espónsor, pero con tranquilidad. Yo no voy a poner un anuncio buscando un patrocinador. Tengo tanta confianza de que el producto es bueno, que siempre saldrá alguien que se aproveche. De hecho, no me gusta hablar de ello, pero ya hay gente interesada en continuar el proyecto. Estoy convencido de que en cuatro años tendremos otra vez un equipo de primer nivel mundial.

¿El estigma que ha contraído el ciclismo con el doping retrae a muchas firmas?

—Pues mire, a mí el asunto del doping me parece una falacia. El doping existe en todos lados, si es que existe. Cierto que hemos cometido errores, pero también que estas noticias se han resaltado mucho en el ciclismo y han dejado en muy segundo término a las positivas. El colectivo ciclista no ha sabido defenderse y todos los estamentos tenemos parte de culpa: ciclistas, equipos, organizadores y federativos. Pienso que los equipos hemos sido los primeros en reaccionar. Ahora son los organizadores los que también tienen claro que entre todos tenemos que limpiar la mala imagen que tiene el ciclismo. Y para ello todos tenemos que empezar por reconocer nuestros propios errores.

Desaparecen vertiginosamente escuelas ciclistas y número de licencias en categorías inferiores. ¿Quizás por el miedo a los accidentes de tráfico?

—El ciclismo es un deporte de riesgo. El problema está en mejorar la educación vial. Más importante me parece el que los jóvenes se desanimen al no encontrar manera de pasar al profesionalismo y se encuentran con 24 años sin haber hecho otra cosa en la vida. Y ese es un error de concepto. El ciclismo debe ser una práctica de divertimento y de formación de personas. No se debe pensar en fabricar campeones a los doce años.

Y si no es el doping, ni los accidentes de tráfico. ¿Cuál es la causa de la crisis?.

—No he dicho que esos factores no influyan, claro que sí. Pero el problema principal es que hay una crisis económica general. En tiempos de recesión las empresas buscan ahorrar, recortar gastos. Y parece que el patrocinar un equipo ciclista a muchos se les antoja superfluo. A mi modo de ver están en un gran error. Los hechos demuestran que el ciclismo es un gran vehículo publicitario.

¿Hacia dónde cree que camina el ciclismo por este camino?

—No hay que ser alarmistas. Yo no lo soy. En todos los deportes y en todas las facetas de la vida hay dientes de sierra. Desde aquellas cinco Copas de Europa del Real Madrid se ha tardado cuarenta años en disfrutar de otra época parecida. Cuando nosotros llegamos con el Reynolds el ciclismo español estaba en un profundo bache y le devolvimos la alegría, primero con Arroyo, luego con Perico y después con Indurain. Son rachas. No podemos vaticinar cuándo llegará la siguiente subida, pero llegará.

¿Cree entonces que la crisis es temporal?

—Nada es eterno. El ciclismo español ha tenido una época espléndida y el problema es que no hemos sabido aprender de las victorias. Se aprende más con las derrotas y ahora estamos en pleno cursillo para aprender de ellas y reaccionar. Y llegará gente nueva que sepa vender mejor el producto.

¿Cómo ve al ciclismo español en el aspecto deportivo?

—Mejor que en el económico, sin duda. España tiene un numeroso plantel de buenos corredores, que están ganando la Vuelta y conquistando podios en el Tour y el Giro. El nivel de resultados es espléndido. Nos falta el gran líder. Pero cruzar la línea del Olimpo no es fácil. Pienso que estamos en camino, que hay gente que puede llegar. Pero habrá que esperar un poco.

¿No hay nadie capaz de destronar a Armstrong?

—Si nos atenemos al último Tour, ninguno. Este año tiene que aparecer otra vez como gran favorito para el Tour. Para su suerte, Ullrich y Pantani no han sabido manejarse en tiempos de gloria y Lance se ha quedado sin adversarios, sin réplica. Además, a diferencia de Merckx, de Hinault, de Indurain, Armstrong se limita a objetivos muy concretos y puede mantenerse mucho más tiempo, porque no se desgasta.

¿Le veremos ganar seis veces el Tour de Francia?

—Para empezar a hablar del sexto tiene que ganar el quinto.