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Cuestión de respeto

El mercado español (con unas ventas anuales en torno a 1,5 millones de coches) es estratégico para cualquier fabricante. Pero en Ford parecen no tenerlo muy en cuenta, al menos si nos ceñimos al trato que desde sus centrales internacionales han sufrido dos de nuestros más ilustres pilotos. Carlos Sainz se ha quedado sin el subcampeonato de rallys (no es lo que soñábamos, pero menos da una piedra, o sea, un tercero) y Jaguar (una de las marcas del grupo automovilístico) ha despedido a las bravas a Pedro de la Rosa de su escudería de Fórmula 1. Y ambos casos, por sus circunstancias particulares, son especialmente preocupantes.

Desde luego que cada empresa tiene la potestad de gestionar su negocio como considere oportuno, faltaría más. No es una cuestión de fondo, sino de formas. Puede que Jaguar no necesite a De la Rosa, ni que el subcampeonato de Sainz tenga valor alguno para Ford (¿?), pero desde luego no es así como se reconoce el trabajo, la dedicación y el esfuerzo de dos profesionales, que nadie lo dude, intachables. Pedro quizá podría haber encontrado otra escudería si hubiera tenido el tiempo necesario y Carlos merecía mucho más que una puñalada después de dejarse la piel en el Focus.