El sombrío cielo de Wronki engulló al Málaga cuando el equipo polaco marcó en su primer ataque. Después de que el conjunto de Peiró asediara la portería del Amica durante los minutos iniciales, las urracas (es lo que significa Wronki) se toparon con un gol de esos que parecen que nunca entran, pero que siempre enfrían los ánimos del más atrevido. De casi todos. Suele ser normalmente el más listo de la clase el que resuelva estos entuertos: Darío. El uruguayo se sacudió la escarcha de las piernas, recogió la cruz que pesaba sobre su equipo y en la siguiente jugada puso al Málaga con pie y medio en los dieciseisavos con un zurdazo. El último paso lo dio Musampa.

El fantasma de Jerez no quedaba tan lejos y Peiró no quiso sorpresas. Por eso Valcarce fue suplente. Con la zaga parapetada y más adelantada, el toque maestro fue situar a Musampa con libertad de movimientos. En la segunda mitad, el Málaga se reencontró con los nervios de no hace tantos partidos y volvió al fútbol rudimentario. A punto estuvo de pagarlo porque el Amica nunca tiró el partido. Sin embargo, Peiró, como ministro prudente, reconoció los males de ‘su’ Málaga. El técnico no estaba dispuesto a una nueva defunción. Miguel Ángel y Juanito saltaron al césped y usurparon el dominio de la pelota a los polacos. El gol de Musampa fue el premio a un trabajo completo y una mano de justicia que pone al Málaga en su mejor sitio.

Jablonski: "Fueron más eficaces. Jugamos mejor tras el descanso, pero no aprovechamos las ocasiones que tuvimos”.

Peiró: "Darío ha vuelto a demostrar que está en un gran momento. El gol de Musampa ha sido espectacular. Supimos serenar el juego”.