El vacío nacional

El golf español no pasa por un buen momento. Mientras asistimos al declive imparable de Seve Ballesteros, sólo Sergio García y Olazábal —éste cada vez menos— mantienen el nivel de superclase al que nos tenían acostumbrados durante dos décadas casi gloriosas.

La edad retiró a Piñero y mandó a Cañizares con los veteranos de EEUU. El swing y la regularidad se cargó todo lo demás: Luna, Martín, Borrego, Garrido y, últimamente, el Pisha Jiménez no acaban de encontrar lo que en su día tuvieron: juego y resultados, semana sí, semana también. Que nadie crea que están acabados; sólo despistados. Como si el temido ocaso de Ballesteros les hubiese dejado sin ideas. Las rachas en el golf son estados pasajeros, de los que muchos suelen recuperarse. Esperemos que nuestros veteranos ilustres sean de esos.

Ypor detrás? ¿Quién llega? Rodiles apunta alto desde hace tiempo. Su excelente rendimiento en el Lancôme así lo certifica. Pero hay dos chavales en Cataluña que darán que hablar: Eduardo de la Riva y Álex Larrazábal. La tradición familiar era tan fuerte, que no podían ser otra cosa que buenos jugadores de golf. A buen seguro que ninguno de ellos logrará ser tan genial como Seve, ni tan estelar como Chema. Tipos como estos: jamás habrá. Suerte.