Vassilis Tsartas, Alexandría (Grecia) 12/11/1972, de profesión: fut-bo-lis-ta. Su vida ha sido una aventura encaminada a la búsqueda de la perfección. Incomprendido por muchos, Tsartas siempre se ha sentido agraciado con dotes especiales, a pesar de que sus éxitos deportivos no han alcanzado el nivel de exigencia que en cada momento le ha puesto a su trabajo.
Su interior lleva guardada sangre de líder y una pasión por sentirse importante. Esa precisión milimétrica con la que ejecuta sus faltas la traslada a su día a día. Su vida es meticulosa, estudia cada palabra que dice y analiza el entorno con una gran frialdad. Esto le ha llevado a ser una persona terriblemente reservada y familiar. Sus amigos son escogidos y en su selección descarta a muchas personas a las que no ve llegar con intenciones claras. Un divo. Así lo veían sus compañeros en el Sevilla. "Era metódico para todo. A su coche no le faltaba un detallito, todo lo hacía para que pareciera perfecto. Incluso, hasta para jugar salía muy peinado. Así era Tsartas para todo. Le gustaba la ropa de marca, aunque siempre era muy hortera vistiendo...", sonríe su ex compañero y actual director deportivo Monchi.
En su primer año en Sevilla, encontró en Stratos, un griego que regenta en la capital andaluza el restaurante Helas, un cicerone que le ayudó mucho a adaptarse a Sevilla. Los primeros pasos fueron difíciles, hasta que comenzó a dominar el idioma. Con el tiempo se integró en una ciudad, con la que nunca terminó por fundirse. "¿Que si le gusta la Feria y la Semana Santa? ¿Al griego?... Imposible. Pero si es más triste que un lunes", repite su amigo del alma en Sevilla, Loren, quien desde Elche le lleva casi diariamente las novedades de su ex equipo. Su mujer, Korina, sí entró de lleno en la filosofía de la ciudad. Incluso, el año pasado visitó la Feria acompañada de su hija Helena, que vio la luz por primera vez en la Clínica Sagrado Corazón.
A Tsartas era difícil verlo paseando por Sevilla. Su horas de ocio las pasaba en casa con el mando del televisor. El satélite le permitía repasar continuamente la actualidad de todas las Ligas europeas. Eso sí, no se privaba de los buenos manjares sevillanos. Los huevos fritos con tomate y taquitos de jamón de Casa Esteban, Tomares, se convirtieron en un clásico dentro de su comida. Y entre sus pasiones guarda su atracción por la música de Julio Iglesias. Desde muy pequeño, ha sido fan de la estrella española, al que escuchaba en su país cantando en Inglés. Su padre llegó a ser director de un periódico en Alexandría, algo que no le ha servido para recortar las distancias que siempre mantiene con el periodismo. Su último gran sueño: colgarse una medalla olímpica en Atenas 2004.
