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El Angliru debe seguir

Ayer José Rodríguez, presidente de la Asociación de Corredores Profesionales españoles (ACP), se destapó diciendo que El Angliru no debía subirse, que era inhumano para los ciclistas. Y yo digo: inhumano era hace cuarenta años, cuando se tenían que escalar puertos en el Tour y en el Giro con carreteras de tierra y sus peligrosos descensos. Aquella gente tenía que hacerlo con un plato de 40 y con el 23 como piñón más alto. Y luego, no tenían buenos hoteles, ni buenas comidas, ni médicos, mecánicos y masajistas que cuidaran de ellos. Y al final ganaban lo justo para comer.

Afortunadamente, los tiempos han cambiado y hoy el ciclista profesional es un privilegiado.

Por supuesto que es duro subir El Angliru. Pero hoy lo ascienden cicloturistas con cincuenta años y hasta un camarero con su bandeja y vasos. Hoy se pueden meter en una bicicleta tres platos delante y diez piñones atrás. Suficiente hasta para escalar paredes. Unos más deprisa que otros, pero ningún profesional se debe rendir ante El Angliru. No se puede suprimir este puerto.

Hay diez mil personas esperando para ver el espectáculo en sus rampas. Y quién sabe cuantas ante la tele. En este tiempo de crisis de patrocinadores en el ciclismo, no nos pueden privar de un aliciente como El Angliru. Sin él, por ejemplo, ya estaría decidida esta Vuelta.