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Copa del Rey | Alicante 1 - Espanyol 0

Fiasco en la Copa que acelera la crisis

El Alicante pudo con un Espanyol que es incapaz de marcar un gol.

Actualizado a
<B>DESASTRE</B>. El Espanyol cayó ante el Alicante, un Segunda B, y quedó tristemente eliminado de la Copa.
kanito

No va más. El Espanyol ha vuelto a fallar en la Copa, esa que consideró suya tras el 27 de mayo de 2000 en Mestalla. Primero fue el Lleida, con Flores, y ayer le tocó el turno al Alicante, con Juande Ramos. Aquí hay boletos para todos. El fiasco de anoche en el Rico Pérez (1-0 y gracias) no significa nada más que las cosas no funcionan en Montjuïc y que diez fichajes no garantizan ganarle a un Segunda B sólo voluntarioso. Un gol de Garitano en el último tramo fue un justo premio para unos modestos que se inspiraron por el síndrome Novelda, tan cercano (30 kilómetros), como eficaz.

De poco sirve ya decir que con Maxi Rodríguez de interior izquierda, el Espanyol ganó mucho desde el principio. Las internadas de la Fiera causaron furor y pánico a una defensa nerviosa, como temerosa de plantarle cara a un futbolista desequilibrante como el argentino. Pero en el fútbol, y más en este Copa loca, el acierto ante la puerta rival cuenta más que cualquier floritura. Maxi tuvo el 0-1 en los minutos 9, 11 y 35. Eran ocasiones de las de verdad, de las que el Espanyol no había gozado desde que Juande llegara al banquillo. Pero ni así. Y luego...

En el segundo acto vino el desastre. El Alicante volvió loco al improvisado lateral derecha, y debutante, Dani Jarque. Sustituyó al herido de cráneo Xavi Roca, pero Juande le volvió a quitar viéndole desbordado. Tanto Boghossian como Álex Fernández fracasaron en la creación del juego, cosa que tampoco arregló Fredson (otro debutante en competición oficial) tras el intermedio. Tamudo sigue sin ver puerta y Juande sin verlo claro. Ahora sólo le queda la Liga.

Otra Diada amarga

Ayer como hace un año, como el que vendrá y seguramente toda la vida, el Espanyol fue vejado antes, durante y después de su ofrenda floral ante el monumento a Rafael de Casanova, ayer 11 de septiembre, en Barcelona.

No estuvo en esta ocasión el presidente Sánchez Llibre y eso que se ahorró. La vergüenza de oirse desde hijos de puta hasta cualquier insulto inimaginable se quedó en esta ocasión para Ramon Condal, el Coco Bertomeu y demás representantes blanquiazules en el momento.

Es la historia de cada año. Apostados junto al monumento, una serie de indeseables disfrazados de salvapatrias insultan a quien les place desde la más absoluta impunidad. Las representaciones de PSC y PP fueron también largamente increpadas por este personal ante el que permanece impasible la dotación de Mossos d’Esquadra que vivaquea por allí durante la presuntamente mañana festiva: a la vista está que de festiva es sólo para unos cuantos; los que insultan y los que les tocan las palmas sin que ninguna fuerza del orden, y mira que las hay en Barcelona, intente intervenir en este vergonzoso ceremonial que se repite año tras año, cada Diada.

Por parte blanquiazul, encogimiento de hombros general y un resumen blando: "Es la infamia de siempre". Media vuelta y para casa, entre imprecaciones, como si hubieran cometido un grave delito; seguramente el de haber nacido y escogido libremente una opción deportiva y de vida distinta a la de los energúmenos. A Dios gracias.