Yo digo J.J. Santos

El pacto de Formentera

J.J.Santos
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Según me cuentan, Massimo Moratti estuvo muy simpático, extremadamente afable. No hizo ostentación alguna de su deslumbrante velero y valoró la belleza del Pitina II. Hora y media de charla para dejar claro que aquello no era una partida de cartas sino la reunión necesaria para encauzar mutuos intereses. Moratti quiere una solución digna en el caso Ronaldo y el Madrid se la va a dar. No a cualquier precio. Para alguien que gana millones cada vez que se abren los grifos de sus pozos de petróleo, el dinero no es lo más importante del mundo. Lo que sí es básico para Moratti es no parecer al final el tonto de la película y eso, desde ayer, está salvado tras darle su palabra Florentino. Hasta podría cerrarse en unas horas una cesión, más que un traspaso, para poder salvar la cara el primer año.

La llegada de Ronaldo al Real Madrid estaba ya clara desde que antes de que comenzara el Mundial quisieran malvenderlo, casi regalarlo. El propio jugador lo sabía y se tomó la revancha. Primero, lo hizo siendo máximo goleador en Corea y Japón y, luego, negándose a dar cualquier tipo de marcha atrás. Massimo Moratti dejó de protegerle y ahora ya es demasiado tarde para rectificar. Formentera pasará a la historia del Real Madrid por ser el lugar donde Florentino Pérez cumplió el viejo sueño de imitar el equipo de fantasía que formó Bernabéu a final de los cincuenta. Ayer, bajo el sol de las Baleares, los presidentes del Real Madrid y del Inter de Milán no hablaron de dinero. Resultaba de mal gusto. El apretón de manos sirvió para poner punto final a una historia que estaba cantada.

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