El segundo clasificado tiene entre ceja y ceja ganarle en una próxima edición al campeonísimo estadounidense.

Acaba otro Tour con Armstrong de amarillo y usted en el podio. ¿Rutina?

—Así está el ciclismo. Armstrong es el más fuerte y no hay nadie que le pueda batir en el Tour de Francia. Los demás estamos por detrás, aunque mejoramos año a año. Se dice que éste es el Tour en el que ha estado más tranquilo. No creo que sea cierto. Lo único es que las etapas decisivas se concentraron en la última parte del Tour y parece que haya durado dos días.

¿Qué ha tenido él? ¿Qué les ha faltado a ustedes?

—Armstrong ha contado con el apoyo de un equipo muy grande. Esa fue la clave principal de la carrera. Nosotros nos desgastamos en la primera parte lo que les permitió estar más frescos en las etapas de montaña. Armstrong hace y deshace en el Tour como le viene en gana.

Vaya que es un crack y se divierte jugando con ustedes.

—Podríamos utilizar un símil futbolístico. Armstrong es un maravilloso goleadord y yo todavía soy un mediocre delantero centro.

¿Se siente satisfecho de todos modos?

—Sí claro. He cambiado de lado en el podio. No tengo nada que reprocharme. Intenté dejarle atrás en el Mont Ventoux arriesgando mucho el segundo puesto. Pero si no se puede no se puede. A Rominger y a Bugno les pasó lo mismo con Indurain. Estamos sometidos al poder de Armstrong. Al final te resignas y piensas en mantener lo que tienes. Eso es lo que he hecho en las etapas de los Alpes. Pese a que Rumsas me recortó mucho tiempo al inicio de la crono del sábado nunca temí por la segunda plaza.

Ha sido dos veces tercero y una segundo, ¿cree que puede ganar un Tour?

—¿Y por qué no? Ya pensaba así y no voy a cambiar de opinión. Visto lo visto, me gustaría ganarle un Tour a Lance Armstrong. Todos dicen que si cuando se retire tendremos más posibilidades. Yo desearía vencerle en la carretera.

Ha mejorado para ello, ¿no?

—Soy mejor escalador que antes, creo que a la altura de Jan Ullrich. El año pasado acabé a diez minutos y en este no perdí tanto. Voy a más y cada año que pasa tengo la sensación de que esta carrera se me da bien. Tanto Igor como yo volveremos el próximo año para intentarlo. Además, no nos vamos con las manos vacías. El triunfo por equipos significa mucho para el grupo.

Y ahora, ¿qué?

—Tengo una espina clavada en la Vuelta a España. Quiero quitármela y olvidar lo que pasó en Andorra el año pasado. Espero que sea una Vuelta bonita para mí. Tenemos todo un mes de agosto para reponer fuerzas y prepararla.