Con el Tour en el bolsillo

El Tour ha llegado a su segundo día de decanso. Quedan aún seis días muy duros hasta París, pero es evidente que Lance Armstrong ya tiene su cuarto Tour en el bolsillo. No me desdigo de mi opinión inicial. Sigo pensando que el estadounidense ha bajado este año su nivel, pero no por ello sigue siendo el más fuerte, sobre todo en la montaña. Pensábamos que los españoles quizá le podían hincar el diente en los Pirineos o el Mont Ventoux y ha sido él quien pasó al ataque. En el Ventoux incluso se quedó sin equipo y se creció, como hacen los campeones.

El problema es que en este pelotón no hay escaladores que le hagan sufrir, nadie le hace perder el paso. Sube al ritmo que quiere y son los demás los que tienen que apretar los dientes para seguirle. Esta vez no tiene siquiera a alguien como Ullrich, que al menos era capaz de aguantarle en algunas etapas y, aunque haya bajado el pistón, resulta que está dominando la carrera más claramente que nunca.

Otra cosa que me ha sorprendido es la escasa capacidad de recuperación del pelotón en general. Hace dos años Armstrong y Pantani llegaron destacados al Ventoux, pero tras ellos se presentaron al menos siete corredores a menos de un minuto. Esta vez las diferncias han sido abismales. Y no se hundieron uno, ni dos, sino muchos: Heras, Botero, Igor...