Yo digo J. J. Santos

Sonrisa de niño grande

J.J.Santos
Actualizado a

Noticias relacionadas

El fútbol le debe una y ojalá se la page el próximo domingo en la finalísima de Yokohama contra Alemania. Hace cuatro años era el más grande. En unas horas su vida cambió por completo y se asomó al abismo. Obligado a jugar una final sin estar en condiciones, regresó a Brasil tambaleándose, dando una imagen patética en la escalerilla del avión. Indigna de un jugador de su talla. Como las desgracias nunca vienen solas, aparecieron dos terribles lesiones en su rodilla. ¿Estaba acabado el fenómeno? No. Ronaldo tenía que resucitar en una gran cita, y ninguna mejor que un Mundial. Su recuperada sonrisa, incluso la extravagante cresta que luce ahora en su cabeza, son un poco nuestras. De una tacada se ha cargado el debate sobre su estado físico (del que todo el mundo dudaba con razón al principio), ha redimido a su vilipendiado seleccionador y hasta ha sumido en el anonimato al ausente Romario. Todo con goles y mucha clase.

A Ronaldo le ha quedado una especie de cojera graciosa como secuela de tanto infortunio. Dudo que veamos aquellos eslálom que le hicieron famoso en nuestra Liga pero, a cambio, ha ganado en astucia, demostrando que su cabeza no está hueca. El gol que marcó para meter a su equipo en la final, demuestra que sabe explotar todos los recursos que están al alcance de un gran jugador, incluso el poco estético del punterazo. Todo vale para sorprender al enemigo y él lo explota al máximo valiéndose de que ve las jugadas un segundo antes que el resto de mortales. Ronaldo ha regresado y estamos de fiesta. Es un Ronaldo distinto al veinteañero que marearon en Barcelona. Distinto, pero igual de especial y mágico. Bienvenido.

Te recomendamos en Polideportivo