Más que un adiós
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Hace días que anunciamos el simbólico traspaso de poderes de Hierro en la Selección. La presencia de Raúl en momentos claves, la sonrisa permanente del delantero, los mensajes de Camacho con lo del carro presagiaban el adiós del capitán. Hierro no llegaría al próximo Mundial pero sí podría estar en la clasificación de la próxima Eurocopa. Anticipar su retirada demuestra que quiere apurar a tope uno o dos años más en el Real Madrid. Lo anuncia justo antes de uno de los partidos más decisivos en su carrera. Puede ser otra forma de motivar a sus compañeros, deseosos de regalarle el paso a las semifinales. Se va en el momento de menos polémica en torno a él. Mucho mejor.
Hierro arrastrará hasta el final su imagen de hombre poco receptivo con los medios, introvertido, con fama de haber tenido mucho poder en el vestuario y no haberlo aprovechado de la mejor manera. Pero por encima de eso quedará su dilatada carrera como titular en el Madrid y en la Selección y sus títulos, que han sido muchos desde que llegó un imberbe Raúl al equipo. Él, que vio retirarse a Camacho y vivió a la sombra de la Quinta, alcanzó su cumbre cuando su juego era ya cuestionado. El fútbol, a veces, es así de ingrato. Igual si se hubiera dado a conocer más, el reconocimiento sería mayor.
