Un punto le basta a Estados Unidos para entrar en octavos, resarcirse del último puesto de Francia 98 y reivindicarse en su país, más atento al anillo de los Lakers que al soccer que arrasa estos días en todo el mundo. Bruce Arena ha conseguido convertir la selección de las barras y estrellas en el molesto moscardón de este grupo, que consiguió derrotar a Portugal y arrancar un empate de oro en el territorio hostil del anfitrion, donde una marea de diablillos rojo mandados por Hiddink parecían querer comérselos. Los estadounidenses están ahí con justicia. Con una mezcla de pioneros talluditos (Friedel, Agoos, Sanneh, Reyna...), unos pulcros y animosos chicos que se decidieron a hacer las europas para coger onda (O´Brien en el Ajax o Hejduk en el Leverkusen) y otros que triunfan en la MSL como Donovan, su estrella de 20 añitos, o el último mohicano Mathis. Enfrente tendrán a una Polonia desahuciada que intentará lavar el nombre de generaciones pasadas y, al menos, irse marcando un gol.