España derribó al campeón del Mundo

La tarde empezó pintando mal (derrota abultada de Yugoslavia ante Islandia) para las aspiraciones españolas, se mantuvo gris (triunfo de Alemania en la recta final ante Eslovenia), y acabó agradable. No sólo porque España fue capaz de tumbar a Francia (y apartarla del camino a las medallas) y mantener las esperanzas de subir a la segunda plaza, sino porque los de Argilés derrotaron al actual campeón del Mundo en un choque terriblemente duro en el que hubo que imponer el cerebro. Y se hizo.

Por tanto España está viva a la espera de que Alemania se comporte con gallardía. Es decir, que no salga a empatar ante Islandia, el resultado que muy posiblemente condenaría a los nuestros al tercer puesto aun ganando a Yugoslavia. Mejor no hacer cábalas y pensar en el juego limpio; los precedentes indican que en esto del balonmano hay seriedad: hace dos años Croacia, que jugaba en casa, pretendió un amaño con Francia para echar a España. A Francia objetivamente le convenía el acuerdo, pero salió a muerte en uno de los encuentros más duros de los últimos años. Y Alemania tiene la misma pinta, como Islandia, gente seria. Hay países en los que la pillería no se premia ni se eleva a los altares a quienes la practican.

El terreno de las especulaciones llega de la mano del buen trabajo colectivo de ayer, en especial de los jugones, de los bajitos, controlando el balón cuando quemaba, cuando la presión gala imponía respeto. El primero en el orden de mérito, portería al margen, Santi Urdiales, que volverá del Europeo como un júnior convertido definitivamente en sénior para la Selección.

Detrás, sin que suponga un orden de destacados, Ortega (siempre genial e imprevisible), Hernández (un seguro desde su discreción) y O´Callaghan (el último en llegar a la convocatoria).

Antes de la necesidad de fiar la suerte decisiva a la habilidad de los pequeños, el trabajo general de España había sido brillante, con un tremendo esfuerzo defensivo, con muchos relevos y rotaciones en el centro de la muralla, con interminables combinaciones, algunas totalmente novedosas como una primera línea con O´Callaghan, Romero y Lozano, por ejemplo.

Francia, a la que la pesa la presión de la corona mundial, está al nivel de siempre en lo que se refiere a competitividad, pero no es suficiente si además de la garra de sus hombres están espesos algunos de sus talentos. Por ejemplo, el extraordinario Richardson no brilló, no tuvo con quien asociarse para hacer de su juego un festival creativo. El brillo se lo arrebató España.

FICHA TÉCNICA:

27 - España (13+14): Hombrados; Entrerríos (2), Prieto (3), O'Callaghan (4), Lozano, Urdiales (5), Ortega (4) - equipo inicial- Juancho Pérez (1), Hernández (2), Garralda (2), Romero (1), Guijosa (2p), Colón (1), Barrufet (ps).

24 - Francia (11+13): Gaudin; Dinart, Cazal (1), G.Gille (1), Burdet, B.Gille (3), Girault (7,3p) -equipo inicial- Fernandez (5), Richardson (1), Narcisse (3), Abati (3,1p), Kempe, Plantin.

Marcador cada cinco minutos: 2-2, 4-4, 6-6, 8-8, 10-9, 13-11 (descanso), 17-12, 19-15, 22-16, 23-18, 24-21, 27-24 (final).

Árbitros: Boie y Jenssen (Dinamarca). Exclusiones: Lozano, Entrerríos (2), Juancho Pérez, Prieto, Garralda y Colón (España); Cazal (3 y descalificado m.51), B.Gille (2), Plantin (2), Dinart (2) (Francia).

Incidencias: Partido de la segunda jornada, Grupo 2, de la segunda fase del Campeonato de Europa de balonmano Suecia 2002. Roklunda Halle de Vasteras (4.000 espectadores).