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Fútbol sala | Reportaje

El fútbol sala vive una pesadilla con sus entrenadores

La normativa no se cumple y técnicos no titulados entrenan en División de Honor.

Alejandro Alcázar

La polémica sobre los entrenadores sin título no es de hoy. Viene de tiempo atrás y nadie es capaz de imponer la normativa consensuada para dignificar la parcela técnica. Los infractores se escudan en la total descoordinación existente entre la Liga Nacional y el Colegio de Entrenadores de la Real Federación Española de Fútbol. La normativa dice que sin título no se puede entrenar a equipo alguno de la Liga Nacional, pero la práctica demuestra lo contrario. ¿Por qué? La respuesta es sencilla. Los clubes son los que mandan y, como patronal, hacen lo que quieren. ¿O es que ellos mismos se van a sancionar por incumplir la ley?

El Barça impone a Alberto Pérez

Esta temporada amaneció con tres técnicos sin título sentados en los banquillos, pero el número ha ido creciendo impunemente tal y como ha avanzado la Liga. Alberto Pérez, entrenador del F. C. Barcelona, es uno de ellos y quizá el punto de referencia de tanta lagunas. El club blaugrana solicitó a la RFEF que respetara a los entrenadores que tenían contrato en vigor. Una solicitud liviana para el peso específico que de dicha entidad tiene en la RFEF. Solicitada y concedida y la normativa infringida. Bien es cierto que Pérez fue jugador destacado del Barça y miembro activo de este deporte desde hace años. Pero no tiene título.

El caso Padú

Otro caso, aunque este tiene delito por los antecedentes, se da en el Martorell. El brasileño Padú, campeón de Liga como entrenador con el Playas de Castellón (99-00) y de Copa con Maspalomas (96-97) y campeón del mundo con Brasil (1985) como jugador, fue vejado en su intento de obtener el título en el colegio de entrenadores de Valencia, donde un profesor ajeno al fútbol sala, pero nombrado por la mala influencia que a veces tiene el fútbol sobre el fútbol sala, le impidió obtener el título suspendiéndo dos asignaturas consideradas ‘Marías’. La animadversión de ese profesor sobre un miembro activo de la familia de este deporte, ha llevado al entrenador a matricularse esta temporada en Madrid, aunque entrena en Barcelona, para obtener la titulación. Una situación injusta a todas luces, pero Padú no tiene título. Y salta a la cancha con la ficha de delegado mientras que Julián Naranjo pone el carné de entrenador. Segundo caso, la normativa, de nuevo, pisoteada.

Carles Ribes, estresado, deja el Andorra

Otro caso extraño es el del Carles Ribes, que ha dejado el banquillo del Andorra el pasado lunes 14 de enero. Pero ha renunciado por una cuestión personal, ya que desdobla sus labores en diferentes trabajos que han acabado con una crisis de ansiedad. Ribes tampoco posee la titulación y el cambalache para poder dirigir al equipo ha pasado por estamentos catalanes oficiales que le concedieron el privilegio de entrenar, aunque sin título. Tercer caso, la normativa, de nuevo, obviada. Ahora es un jugador el que dirigirá al equipo, De la Rosa, por lo que el puesto de entrenador está vacante en el Andorra, lo que añade una nueva situación irregular a este apartado.

Carnicer: presidente, dirigente, entrenador

Este es el caso más curioso de todos, que descubre la profunda burocracia existente entre la Liga Nacional y la Real Federación Española de Fútbol y la peligrosa falta de coordinación. José Carnicer destituyó a su entrenador, Félix Aranda (con título) y asumió la dirección del equipo como primer entrenador a pesar de no poseer el título. Carnicer es el presidente del club y, para llegar al banquillo, dimitió de sus funciones como miembro del Comité Jurisdiccional de la Liga Nacional. Pero muchos se preguntan cómo es posible que pueda ser entrenador del Torrejón sin tener el título.

La trama es complicada. Como monitor de fútbol sala le fue concedida la licencia para entrenar a su primer equipo filial. Esa licencia la presentó en la delegación que la Federación Madrileña (FMFS) tiene en Torrejón, quien le extendió la licencia para entrenar al primer equipo según reza la normativa. Cuando la documentación llegó a la FMFS y fue analizada se descubrió que Carnicer no reunía las mínimas exigidas, pero la licencia ya había sido enviada a la Liga Nacional. Cuando en la LN recibieron el informe negativo de la FMFS, la asociación ya había, a su vez, enviado la documentación a la Real Federación Española de Fútbol, último estamento que concede la licencia definitiva. La LN hizo lo mismo que la FMFS y extendió el informe negativo a la RFEF. Carnicer ha dirigido todo este tiempo al equipo como primer entrenador, y lo seguirá haciendo mientras que la RFEF no extienda las licencias definitivas de fútbol sala, algo que aún no ha hecho y que esperemos lo haga antes de que acabe este siglo para frenar irregularidades tan manifiestas como la de José Carnicer.

O’Parrulo, último caso

El último caso se da en el O’Parrulo cuando cesó esta semana a Pablo Prieto (con título). Primero negoció con Adolfo Ruiz Díaz (con título), pero que no se podía sentar en el banquillo por haberse cerrado el mercado y haber entrando ya a un equipo de División de Honor (GMI Cartagena). O’Parrulo y Ruiz Díaz no llegaron a un acuerdo, pero el club gallego ha contratado a Julio Fernández (sin título), otro ex jugador de nuestro deporte con una dilatada y reconocida trayectoria. La trampa urdida, porque ya vale todo, es que Castillo (con título), otro ex jugador de currículo ejemplar, sea el que ponga el carné.

La polémica no cesa

Esta es la situación real, palpable, con datos y que ponen en entredicho la funcionalidad del fútbol sala, ya que es el único deporte donde se permiten estas barbaridades. Sin embargo, la polémica no cesa. El tercer nivel de entrenadores está en marcha. Sólo se pueden matricular aquellos técnicos que con el segundo nivel en el bolsillo, posean el bachillerato o estudios equiparables. Algún directivo que lleva en esto toda la vida y que no posee esos estudios mínimos que exige la ley, está amenazando veladamente a los encargados de desarrollar el curso, a los que exige se le permita matricularse y, lo que es más grave, con el apoyo de la máxima figura del Colegio de Entrenadores de la RFEF. Incluso pende una amenaza de demanda.

Todo esto es una realidad que define por sí mismo una situación que se antoja eterna, por la falta de interés de muchos por ordenar los asuntos del fútbol sala de una vez por todas. Pero, a río revuelto, pensarán en la RFEF, ganancia de pescadores.