El Deportivo se ha convertido en un experto en rentabilizar fichajes. Empezó con Bebeto, Donato y Mauro Silva y ha rizado el rizo con Manuel Pablo. El lateral canario llegó de la Segunda División, en un paquete de 1.100 millones de pesetas con Turu Flores como estrella, y con Armando como principal competidor en el equipo blanquiazul. El defensa estrenó esa temporada 98-99 siendo el descarte en la mayoría de las convocatorias y la siguiente, la del Depor campeón de Liga, comenzó repartiéndose equitativamente los minutos con Scaloni. Pero como tenía moneda pudo cambiarla y a partir del marcaje a Denilson en el Villamarín se convirtió en un valor seguro.

Desde ese instante pasó a ser el único hombre fijo para Irureta, que veía en él las cualidades que más le gustan al técnico vasco: trabajador infatigable, poco amigo de las quejas y las declaraciones, punto de unión en la plantilla por su cordialidad, irrompible (hasta la desgraciada lesión del mes de septiembre era el jugador de campo con más minutos), buen atacante como demuestran la media docena de asistencias que se marca por temporada, y mejor defensor.

El siguiente en convencerse fue José Antonio Camacho, que también le convirtió en uno de los pocos fijos en sus listas. Y algo tendrá el agua cuando la bendicen, porque la lucha insistente que emprendió este verano el Real Madrid por ficharle y los 6.000 millones que estaba dispuesto a pagar el Inter de Milán, son parejos al rendimiento que puede dar el jugador canario. Ahora le ha tocado vivir la parte más amarga del fútbol. Ojalá que al final la temporada no se le marche en blanco.