Antonio Llonch Andreu, uno de los dos árbitros catalanes en Primera División (el otro es Téllez Sánchez), ha convocado para este mediodía en Sabadell, ciudad donde trabaja y reside, una rueda de prensa en la que dará a conocer su decisión de retirarse del arbitraje. El partido Sevilla-Valladolid (4-0) fue el último de su carrera en la máxima categoría, en la que estuvo en dos etapas: la primera, en 1996, y la segunda, tras descender y volver a subir, desde 1999.

Llonch ha decidido partir peras con el arbitraje, desencantado de cómo maneja el colectivo el Comité Técnico que preside Victoriano Sánchez Arminio y controla Gerardo González, secretario general de la Federación y, en muchas facetas, verdadero presidente del organismo.

Llonch se siente desamparado y como un pulpo en un garaje en esta organización arbitral. Le ha hartado la tremenda tensión que semana tras semana debe soportar un árbitro. La gota que habría colmado el vaso de su paciencia sería la de rearbitrar las decisiones de los colegiados en los despachos de los distintos comités federativos.

La retirada de Llonch la lamentarán sobre todo el Real Madrid (cuatro victorias y tres empates arbitrando él) y el Betis (3 y 2), y no tanto el Rayo en Vallecas (seis derrotas en seis partidos dirigidos por el catalán, que llegó incluso a disculparse en broma ante los Ruiz Mateos), el Zaragoza, que perdió las cinco veces que tuvo a Llonch poniendo orden y la Real Sociedad que, en siete partidos con él, sólo sumó un punto.

Son peculiaridades de un árbitro que se cansó de los ex árbitros dirigentes y su manera de entender su rol en el fútbol. El colectivo arbitral pierde a una persona cabal e íntegra, a un vocacional del silbato que soñó con un arbitraje imposible con estas estructuras.