Planeta Zidane

Primera | Real Madrid

Planeta Zidane

Planeta Zidane

ALEJANDRO GONZÁLEZ

Zinedine desequilibra, Zidane perturba, Zizou desproporciona, Zinedine desnivela, Zidane descompensa, Zizou desiguala...

Así, vestido de calle, no convence. No cuela. Uno ha visto desfilar a estrellas, figuras efervescentes, ídolos con fecha de caducidad y figurantes. Todos perfumados con ese glamour de saldo que atufa al crack (bluff, más concretamente) del balompié del futuro. Pero Zizou, Midas del fútbol actual, se anuncia con una discreta sonrisa, que, de pura timidez, le eleva a uno la autoestima.

El dueño del rostro del Imperio Adidas, de Ford, o Canal Plus Francia, da de desayunar al pequeño Enzo cada mañana a las ocho, mientras las víctimas del fenómeno mediático que rodea al francés digieren su nueva vida. En el tète a tète guarda las distancias. Te mira. Te escucha. Abre los ojos cuando le hablas. Porque con él se habla. Otros ven, pero no miran. Oyen, pero no escuchan. Zizou es educado como un francés y, cuentan, entrañable como El Principito o Amelie. Hijo de la globalización, aprendió a jugar en Francia y a ganar en Italia.

Tiene unas hechuras peculiares: pie de baloncestista (un 45), pinta de profesor de colegio de curas, un registro de elegantes giros digno del mejor patinador de hielo y un fútbol de formato panorámico que cuenta con Guardiola como presidente de su club de fans. El cinco ejecuta el fútbol con esa premiosa velocidad que exige el asfixiante calcio del ‘tutto presto’.

Fuera del campo es Yazid, la persona, el padre. El protagonista de un bello cuento con final feliz:...y el garçon humilde alcanzó el trono del mundo con un balón en los pies). "Al fin y al cabo sólo es fútbol, amigos". Quita importancia, administra relatividad. Al acabar el entrenamiento su bolígrafo es el que más autógrafos firma. Es distraído, despistado... Parece que no se entera, pero las coge al vuelo. Como en Saint Denis, en la final del Mundial. Dos cabezazos suyos, a la remanguillé, le dieron el título a Francia. Importado de Italia, la mejor Liga (antes lo era), seis años allí son "molto longos" le dijo a Agnelli. Aquello le sonó a gloria a Florentino. Ahora está aquí. En España, la mejor Liga (ahora lo es). Está él, y eso ayuda.

No sabe de asadores ni de restaurantes. Prefiere alimentar su hambre con cariño casero. Zidane aglutina en sus 185 marselleses centímetros a un padre, un marido, un futbolista y un hombre-franquicia. Menos incómodo que ayer, pero menos cómodo que mañana, Zizou sonríe, guiña cómplice y echa a andar por una Ciudad Deportiva que ya no es la misma. Ahora ya es parte del Planeta Zidane. Un sitio a mitad de camino entre el Show de Truman y Maracaná.