Terapia defensiva
No esperen alegría con Sergio Kresic. El croata es conservador y cauteloso, Maquiavelo de la defensa y un experto en arroparse cuando vienen mal dadas. Su consigna, a la más vieja usanza, es marcar y amarrar. Así ha sido toda su carrera (aunque le costara el puesto en equipos como el Betis y el Valladolid), y así es como le ha ido bien.
Es, por otra parte, lo que necesita un Mallorca que, acuciado por los problemas de gol, arrastra también (y lo que es peor) una preocupante inestabilidad defensiva. Los heridos no necesitan fiestas, sino ropitas y cuidado. Los amarrateguis como Kresic son la mejor fórmula para amortiguar la caída de un equipo cuesta abajo. El mejor ejemplo de lo contrario, el Betis del descenso en la 99-00. Se fue el argentino Griguol, llegó la alegría del holandés Guus Hiddink... Y segundazo.
El ex técnico de Las Palmas tiene más virtudes que la de ser ultradefensivo. Tiene fama de buen psicólogo (bien necesario en un vestuario tan frágil como debe ser el bermellón ahora) y sabe interpretar a los rivales. Más razones para un fichaje que indica que la directiva del Mallorca ha vuelto a moverse por los cauces lógicos, bien escasos en este fútbol lleno de caudillos, jefazos y directores locos. Alemany y sus técnicos sabían lo que tenían que hacer: terapia de ataque amparada en la defensa. Esencia de Sergio Kresic.