Duelo comprometido en Valencia. Es principio de temporada, pero Pamesa y Real Madrid andan con el agua al cuello, o cerquita. Otra derrota les metería de lleno en la temida crisis, en situación de ansiedad. En alerta.

El Madrid se paseó -en el sentido peyorativo— ante el Novo Mesto hace dos días (segundo tropiezo consecutivo) y viaja a Valencia con moral frágil. El Pamesa suma dos derrotas (Unicaja y Granada) y otra más le alejaría de la cabeza a las primeras de cambio. Además, el estado físico de su plantilla no ayuda. Albert sufre una lumbalgia, Paraíso arrastra dolencias musculares en su pierna izquierda, Luengo tiene problemas en una de sus rodillas, Hopkins está debilitado por la gripe recién olvidada y Calabria, la duda más seria, descansaba ayer en la cama con fiebre alta. Ante el panorama, Luis Casimiro prefiere restar relevancia: "Este encuentro no es crucial ni determinante para la Liga".

En las filas blancas, el propio Scariolo reconoce la inestabilidad: "El partido ante el Pamesa es muy complicado y llega en un momento de cierta dificultad. La situación de juego por la que atravesamos era perfectamente previsible. Sin embargo, es algo que nos incomoda". Sin embargo, es optimista: "Con la dedicación y la contribución de todos seguro que llegaremos a competir al nivel que se nos exige".

Lo único positivo del batacazo ante el Novo Mesto fue la autocrítica realizada por algunos jugadores, como Raúl: "No hemos dado la talla. Nos desanimamos muy pronto. No defendemos bien, nos meten canastas fáciles, no cogemos balones sueltos... Tenemos que cambiar. No debemos arrastrar la mierda a Valencia"