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Gimnasia | Mundiales de Rítmica

Alina Kabaeva marca distancias

La rusa de origen uzbeco, la imagen de Longines, confirma en la primera jornada su condición de favorita gracias a sus extraordinarias condiciones.

DESTACADA. La rusa Alina Kabaeva trata de superar en el Mundial de Madrid la decepción de haberse llevado sólamente el bronce en los Juegos Olímpicos de Sydney.
ANDRÉS GARCÍA

Si su compatriota de selección, Irina Tchachina, no lo arregla, Alina Kabaeva se llevará casi de calle este Mundial. La gimnasta del glamour, la guapa oficial del momento, vive el campeonato en su crisálida particular. Ella es la estrella, y lo sabe, y se lo hacen saber quienes la cortejan, y eso la distancia del resto. Ayer, por ejemplo, ya puso tierra por medio en la pista acabando la primera tras las dos rotaciones iniciales (aro y pelota), y se encuentra motivada para ganar.

Es la chica de Longines, y por eso funciona como un reloj de exactitud suiza. Cuando abandona la sala lo hace siempre bien resguardada, como corresponde a su condición de estrella de 18 años que tiene títulos mundiales y europeos, y una medalla de bronce en los Juegos de Sydney.

Alina no es, sin embargo, una belleza eslava del tipo de la tenista Kournikova, o de las gimnastas Beloglazova, Kutkaite o Kostina. Oriunda de Uzbekistán, una república asiática de la ex-URSS, supo desde el primer momento que su destino para triunfar estaba en Moscú, arropada por la poderosa Irina Viner, la judía responsable de la rítmica rusa que desayuna con Putin y ejerece su poder desde la inteligencia de haber sembrado por todo el mundo entrenadoras de origen soviético, lo que supone reforzar su escuela.

Los críticos dicen que Alina es el nuevo marketing ruso, acompañada por su madre siempre a prudente distancia. Pero el nuevo código, que multiplica por tres las dificultades hasta poner al borde de la extenuación a las gimnastas, la hubiese abrasado de no ser por su calidad ténica y física.

Kabaeva reúne unas condiciones innatas para ser la mejor de su generación: una espalda flexible que le permite llegar donde tienen problemas las contorsionistas, y unas piernas poderosas para el salto y la zancada.

Repasando a la élite de este Mundial, no se ve ninguna que reuna flexibilidad y potencia, y que además lo aliñe con esa sonrisa prendida a su cara el minuto y medio de actuación por aparato. Ayer jamás dio la sensación de cansancio, cuando se sabe que al final con la pelota se llega al límite, jamás perdió la sonrisa, y jamás se dejó comer por el tapiz. Es decir, llena la pista con un cuerpo de mujer de 18 años, lo que le da un estatus especial.

Tchachina, la búlgara Simona Peycheva, y la también rusa Liasan Utiasheva, tienen legítimo derecho a buscar un oro que parece tener el nombre inscrito en su reverso, salvo fallo imprevisto.