Virenque y Freire resurgen otra vez

Incombustible. Richard Virenque es de los que sobrevivirían al hundimiento del Titanic o a la destrucción de las Torres Gemelas. Ayer volvió a salir a flote ganando la París-Tours, una de las diez joyas de las clásicas que forman la Copa del Mundo. Y lo hizo tras una fuga de 232 km, 225 de ellos en compañía de otro personaje peculiar, Jacky Durand, capaz de ser líder y farolillo rojo en el Tour.

Óscar Freire está hecho de parecida pasta. Desde que es profesional se pasa más tiempo en las consultas de los médicos que en la carretera, pero cada vez que vuelve da un pelotazo. Ayer quedó segundo. Ganó el sprint de todo el pelotón y le birló a Zabel unos puntos que pueden ser decisivos en la general de la Copa del Mundo. A falta del Giro de Lombardía, a Dekker le valdría con quedar quinto, aunque ganara el alemán.

Superando molestias musculares e infecciones víricas variadas, Freire vuelve a presentarse como un pincel en su cita con el Mundial, su destino anual. Óscar se ha entrenado fuerte estos días pegado a la rueda de la moto o del coche que conducía su hermano Antonio. Los resultados los vimos ayer y los veremos, no cabe duda, el domingo en Lisboa.

Pero Freire es de los que piensan que quedar segundo es ser el primer perdedor. Y terminó mosqueado por entrar a sólo dos segundos de Virenque y porque varios de sus colegas le dijeron que el francés se había ayudado de las motos para aguantar milagrosamente, a 7 km de meta y con sólo veinte segundos de ventaja, a un pelotón que volaba.