¿Qué hay de nuevo, viejo? La gallina de los huevos de oro ha vuelto para acabar con la recesión. Eso piensan los devotos de Michael Jeffrey Jordan. Nadie como él, aseguran, para reactivar la maltrecha economía estadounidense. Las empresas que tienen contratos con su majestad se frotan las manos. Él las puso en órbita y las situó en el ránking de ganancias. La primera, la todopoderosa Nike. La firma de ropa y calzado deportivo ligó su espectacular crecimiento en la década de los ochenta y los noventa a la figura de Jordan. Con su ayuda salió del pozo en el que se encontraba.
Los primeros cálculos prevén que la vuelta de Jordan añadirá 30.000 millones de pesetas en los próximos seis meses a las ya de por sí boyantes ventas de Nike. ¿Exagerado? Quizá, no. Un estudio de la prestigiosa revista Fortune calculaba en 1998 -el año de su última retirada- que el entonces número 23 de los Bulls generó un impacto de en la economía de 1,8 billones de pesetas (es decir, con todos los ceros: 1.800.000. 000.000; cuidado no se pierdan).
Nada se ha dejado a la improvisación. Un nuevo modelo de las famosas Air Jordan está en marcha. Se comercializará en unos meses -probablemente en febrero- y su precio rondará las 40.000 pesetas, de las más caras de la historia. Algo de locos. Pero, no crean, no quedará ni una. John Shanley, analista de Nike, lo explica: "Los comerciantes me aseguran que comprarán todos los pares que puedan, porque están convencidos de que volarán de las estanterías".
Contra Iverson.
En un hipotético duelo Jordan-Iverson llevado a una tienda de deportes, no habría color. Allen, probablemente el segundo jugador más famoso de la NBA, se inclinaría de rodillas ante Jordan. El propio Shanley dice en Forbes que, mientras la nueva línea de zapatillas de Iverson vendió el 15% de las disponibles el primer día, el producto con el nombre de Jordan rebasará el 50%. Números de cine cuando anda por medio el Rey Midas. Su cuota de mercado cayó un 5% en los dos últimos años, a la vez que la de Reebok iba al alza.
Pero el negocio toca a todos; incluso, a la competencia. Se espera un auge en la comercialización de cualquier equipamiento relacionado con el baloncesto. La moda es Jordan... y el deporte que ama. Por eso habrá más ganadores. Apunten: la televisión y la propia NBA. En su retiro la audiencia televisiva ha caído casi 5 puntos de media. La serie final entre Chicago y Utah en 1998 (¿recuerdan cómo consiguió su sexto anillo con aquella última canasta?) alcanzó una cuota de pantalla del 18,7%. Este año (Lakers-Philadelphia), en cambio, únicamente llegó al 12,1. La cadena NBC sonríe de nuevo.
Dejando aparte la humillación que ha supuesto para los Bulls y Chicago el regreso de Jordan a otro equipo distinto al suyo, el resto de las franquicias NBA están de enhorabuena. La primera, claro, Washington Wizards. La media de asistencia a los encuentros del conjunto capitalino la pasada campaña fue de 15.872, la cuarta peor de la liga. Con todas las localidades vendidas para la temporada completa, Washington obtendrá cerca de 2.000 millones de pesetas de ingresos adicionales sólo en taquillaje. El resto de las franquicias se suben al carro y también sacarán partido a su tirón.
Así está el mundo paralelo que acompaña a Jordan. La historia no deportiva, aunque algunos muestran reservas sobre futuros días de vino y rosas. "Si no anota 12 puntos por partido, la marca Jordan morirá". Quien predice es el director de marketing de Nike.
