Golpe de Heras

Las pesadillas de los ciclistas deben estar llenas de abanicos, que son como correr detrás de un tren y no alcanzarlo nunca. Eso le sucedió ayer a Mercado, auténtica revelación de la carrera, ahora sin tren ni podio. Su primera Vuelta a España le ha pasado factura en la tercera semana, con las fuerzas en retirada y la piel tan pegada a los huesos que una mariposa pesa como una mochila.

Mercado fue víctima de un abanico provocado por US Postal y secundado después por el Kelme. Estaba cantado. La carretera giraba y el viento entraba de lado. Entonces basta perder contacto con el corredor que te precede para que un chorro de aire se cruce entre perseguido y perseguidor. Enlazar es como intentar cerrar una ventana en un huracán.

Mercado, que había cumplido con su victoria en los Lagos, ha seguido luchando por amor al juego (que diría Jordan), cuando otros alternan esfuerzos y descansos, proezas y desmayos. Esa es la diferencia entre un banderillero y un matador. A sus 23 años sería mejor que fuera olvidando los trenes y empezara a hacer autostop a los aviones.

ibanesto, que parecía en desguace, aglutina el futuro (Sevilla aparte): Mercado, Mancebo, los hermanos Osa y Menchov (ganador del Tour del Porvenir). Y sin gastarse un duro. Cobra fuerza la teoría de que Echávarri es el único dios verdadero.

En pleno abanico se vio sonriente a Casero, aunque más solo que el náufrago, pues el Festina en pleno (Plaza incluido) circulaba por detrás. Pese a todo, Belda disimula y deja caer que hay alguien enfermo, y recuerda al personaje de Gila que daba vueltas alrededor de un criminal susurrando "alguien ha matado a alguien". Táctica sin balas, pero que desmoraliza. Es cierto, Casero está resfriado, pero lo disimula muy bien.

El ganador

El gran beneficiado de la jornada fue Roberto Heras, ahora tercero, siempre de menos a más, aunque me temo que le haría falta otra semana para ganar la Vuelta. Su equipo volvió a responder y confirmó que Rubiera es excelente y Leipheimer la reencarnación de Caritoux, señores que te dan palmaditas en la espalda y cuando te descuidas te han clavado una cimitarra.

Con Zabel descolgado (pena de Freire), Vicioso y Edo se frotaban las manos pensando en el sprint. Pero no era el día. Edo pinchó y entre las esperanzas españolas se coló Hunter para llegar vencedor a Albacete.

La ciudad estaba engalanada para recibir a Mister Marshall, el Niño Sevilla, que se presentó haciendo equilibrios, con un pinchazo sufrido a falta de seis kilómetros. Pero sonreía. Le da igual, sólo le falta ponerse a cantar El pequeño Ruiseñor, un buen día, en la meta, con Enrique Franco a la guitarra y Casero dando palmas, todo rumboso. Porque esta Vuelta es una copla y hasta Parada se está enganchando.