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Ciclismo | Vuelta a España

Sevilla saca pecho

El alto de la Cresta del Gallo puso a prueba a los favoritos: el líder tiró del grupo y Casero no se dejó ver por la cabeza. La etapa fue para Konecny.

Actualizado a
ALEGRÍA Y DECEPCIÓN. El grito de felicidad de Konecny contrasta con la rabia que demostró Etxebarria al cruzar la meta.
JESÚS RUBIO

He de reconocer que cada vez que escribo una hache mayúscula me acuerdo de las torres gemelas, será por eso que faltan héroes y hazañas, honores heridos y horribles hachazos. La Vuelta sigue siendo un suspiro contenido. Pero tanta emoción reprimida se desatará salvaje, primero en Abantos y luego, por fin, en la crono de Madrid. Pongo velas por ello y coincido con Álvarez del Manzano. Esta carrera (pienso en Franco, Enrique) merece un gran final. Sevilla y Casero, también.

La etapa la ganó Konecny, un chico checo, sin fama ni fortuna suficientes para apuñalar justo en la línea, cuando ya no hay derecho, al gran David Etxebarria, otra vez segundo, igual que en el Tour. Otra vez en el escaparate de la pastelería, como en la Lieja-Bastoña-Lieja. Muchos postes.

Pero la Vuelta tuvo ayer uno de esos momentos en los que puede pasar de todo y generalmente no pasa nada. Fue en un puerto simbólico, la Cresta del Gallo, que es como llamar a una montaña el Cascabel del Gato o La Postración de Hinojos.

Las rampas eran tan duras que demarró Chava furioso. Supongo que no pudo evitarlo, porque lo cierto es que no tenía fuerzas. Del grupo de favoritos tiraba Sevilla, el líder, cosa rara. Casero estaba missing, pero El Niño ejercía más de pacificador que de camorrista.

Y entonces surgió Sastre, el cuñadísimo del Chava, el único tridente verdadero. Coronó la cresta con 14 segundos y se lanzó por un descenso de bobsleigh. En la primera curva le salvó el quitamiedos. En la siguiente ya no le salvó nadie y se fue directo contra el paisaje murciano. No sería elegante decir que a la ONCE le ha mirado un tuerto, pero el amarillo no lo explica todo.

La etapa se puso para Rubiera y Virenque, hasta que fueron cazados en el último kilómetro y llegó el sprint en el que nos pillamos los dedos con la tapa del piano. No decaigan que estamos en vísperas de algo grande, realmente emocionante. Hermoso, así será, mayúsculo y con hache.