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Ciclismo | Vuelta a España

Chavamanía

Jiménez gana también la cronoescalada y suma su tercera victoria en esta Vuelta. Sevilla le quita cuatro segundos a Casero y mantiene el liderato.

Actualizado a
ENORME. Jiménez, en plena ascensión a Arcalís, donde logró su tercera victoria en la Vuelta 2001.
JESÚS RUBIO / MONDELO (EFE) / REUTERS

A veces pienso que Chava está haciendo todo esto porque no le llevaron al Tour de Francia. Únicamente. Es su maravillosa forma de vengarse, su huelga a la japonesa. Ayer ganó la cronoescalada, sumó su tercera victoria en esta carrera y su noveno triunfo en la Vuelta. Y no es todo. El hombre más irregular del planeta y extrarradio galáctico es ahora el líder de la regularidad. Y él, que es así, lo ve todo completamente normal.

Aunque no es saludable pasearse por el apasionante mundo de lo que pudo ser y no fue, es imposible no pensar en lo que sucedería ahora si Jiménez hubiera salido a ganar la Vuelta desde el primer momento. En los Lagos trabajó para Mercado, pero tenía fuerzas de sobra para haberse escapado con su compañero, que aventajó a los favoritos en 1:17. En la crono de Torrelavega, tranquilón y sin castigarse, cedió 5:23.

Después de tanta ocasión perdida, con los favoritos hechos unos zorros y el campo de batalla repleto de fiambres, Jiménez, pletórico, se encuentra a sólo 2:50 del líder. Y Aitana por delante. Y Abantos.

Pero es inútil planificar a un genio. Surge. Los amantes lo tienen más fácil que los maridos porque les basta con ser geniales de vez en cuando. Como Chava. Lo imagino en el podio, entre flores y fotógrafos, susurrando al oído de una esplendorosa azafata: "Pues no me llevaron al Tour".

El sabio Echávarri lo advirtió en plena emoción: "A Chava siempre le esperan en el podio las orejas, el rabo... y una mujer". Por cierto, E-chava-rri. Cualquier coincidencia esotérica puede explicar su apuesta por el corredor imprevisible. Después de bailar el vals con Indurain tocan ritmos sincopados. Hace falta tener cintura.

Pero con el permiso de Chava, la Vuelta está todavía en el alero. Casero no sólo no restó tiempo a Sevilla, sino que el Niño le arañó cuatro segundos. Da la impresión de que esa es precisamente la distancia que los separa. Arriba o abajo. Ninguno de los dos estuvo entre los cinco mejores de la etapa, lo que deja claro que están picados y con banderillas.

Entre las revelaciones de la jornada está Carlos Sastre, que cedió sólo 28 segundos con su cuñado Jiménez. Lástima que tuviera que quedarse a esperar a Beloki, porque al final se ha mostrado como la alternativa más alegre de la ONCE. Casualidades: el año que viene abandonará el equipo de Saiz para fichar por el CSC de Jalabert.

Se acabaron los Pirineos y todo está revuelto, con Casero y Sevilla como principales favoritos y cuatro ciclistas más (Mercado, Leipheimer, Jiménez y Heras) en menos de tres minutos. Y la Vuelta se les está haciendo muy larga a casi todos, por lo que no habría que descartar desfallecimientos en las rampas de los garajes. A casi todos, menos al genio que susurra al oído de las azafatas.