El otro derby se jugó en Mali

El Madrid se convirtió, una vez más, en el mejor embajador en tierra ajena. Ocurrió en la República de Mali, en pleno corazón de África. El otro derby se jugó a pleno sol, con el termómetro superando los cuarenta grados y con la ilusión satisfecha de unos cuantos muchachos sumidos en la escasez.

Fue la reedición de un Madrid-Barça muy especial, promovido por Juan Lago Novás, Marqués de Castell de Florite. Suya fue la iniciativa de ponerse en contacto con Florentino Pérez para que el Madrid mandara a la región africana un puñado de equipaciones. El presidente blanco accedió con prontitud a sus peticiones.

Este hecho supuso el comienzo de un nuevo club, el Real Mali, que se estrenó con todos los honores en partido oficial ante una atónita y enfervorecida afición. El éxito del evento fue tal que Juan Lago decidió ir más lejos. Su idea de reeditar el Madrid-Barcelona sólo necesitaba de las camisetas blaugranas. Dicho y hecho... Joan Gaspart accedió con la misma generosidad que su homólogo madridista.

El encuentro fue un acontecimiento social.

Nunca en la región hubo un partido con todos los jugadores uniformados, con árbitro, con linieres, con el campo pintado en tiza sobre la tierra e incluso, con la inauguración de una plaza de por medio. El fútbol traspasa fronteras y ha llegado a calar hondo, también, en una región que cuenta con un índice de alfabetización inferior al 30 por ciento de una población asentada sobre interminables y áridas sabanas. Y es que el fútbol sólo entiende de pasiones, y el Madrid y el Barça también las levantan allí.

El marqués volvió de su aventura laboral en Mali complacido por la actitud de los dos presidentes. Ambos habían hecho posible que en Mali se viviera un día de fiesta con el derby. Su carta de agradecimiento rezaba: "Desde ese día, Florentino, el Madrid está en el corazón de los ciudadanos de Mali".