España tropieza ante dos genios

Decía Zorba el Griego que si va a ser un desastre, por lo menos que sea un desastre esplendoroso. Lo fue. Robredo y Albert Costa no tuvieron ninguna opción ante los dos jugadores más en forma del mundo. El niño Roddick se aprovechó de que a Robredo le falta un hervor (quizá medio) y Kuerten sacó ventaja de que a Costa le sobra media hora de horno.

"Es muy difícil jugar contra un tío que te saca un cañonazo a 200 km/h , y si le restas, tienes que matarte a correr, porque te viene encima una bala", explicaba Robredo, con cara de soldado que viene del frente. Que se compre un casco, porque será una estrella.

Y luego está Kuerten, el tenista desmadejado, pegajoso y sublime. Es difícil saber si quedan en competición los mejores jugadores del mundo, pero no cabe duda de que son los que más odian perder.

Y en el mundo de las mujeres de grandes y maravillosos omóplatos empieza a oler a final entre las Williams. Sólo Hingis sobrevive en el imperio de los raquetazos y los brazos como piernas. Debe ser difícil ser princesa, jugar al tenis y no despintarse las uñas. Kournikova lo sabe.