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Selección | Crónica

¿Liechtensqué?

Dos goles de Raúl y Nadal decidieron un insoportable partido disputado entre España y Liechtenstein

Actualizado a
BREGA INÚTIL. Mendieta dio los dos pases de gol y peleó con fuerza aunque el esfuerzo resultara baldío ante la ausencia de rival.

No puede ser. Perder el tiempo con partidos tan absurdos acaba enervando al más templado. No hay emoción, no se ve fútbol y, a diferencia de hace unos años, tampoco se ven muchos goles. Porque estos equipos que serían colistas en nuestra Tercera División se las apañan ya para ir mejorando un poco en defensa y es difícil humillarlos. Jugar no juegan ni a las tabas pero no vean cómo agarran, como presionan, como se cuelgan del larguero. Vamos, que el partido se acaba convirtiendo en una tortura. Liechtenstein tiene esas virtudes corregidas y aumentadas.

Decía Camacho en la víspera que había que defender el prestigio del fútbol español pese a las abismales diferencias. Falso. Ni el prestigio se puede defender en un tostón de tal magnitud. Para que se sitúen. En el equipo titular de España, Hierro era el que organizaba, porque los centrales jugaban en el medio campo. Mendieta no la olía porque al adelantarse tanto todas las lineas, era un falso nueve atrapado en la corona del área. Los volantes, Luis Enrique y Etxeberria, deambulaban por el campo sin sentido para no chocarse con los laterales. Raúl y Morientes no podían tirar desmarques porque tenían siempre a tres defensas encima. Casillas, al tiempo, se aburría y para mayor castigo se ponía como una sopa por la fina lluvia que apareció desde antes de que se iniciara el simulacro de partido.

Para que todo resultara más esperpéntico, el primer gol de nuestra selección llegó en una jugada de verbena. Me explico. Pitó el colegiado búlgaro una falta en la banda izquierda. Mendieta se precipitó en el saque y Raúl aprovechó para marcar. Anulado. El trencilla no había pitado. Treinta segundos después lanza el centro de nuevo Mendieta y Raúl marca de cabeza en la misma posición y de la misma forma. ¿Pensarían los liechtensteintianos (acabamos de bautizarlos) que era una nueva toma para un anuncio de publicidad? Seguro que sí. Saben de los muchos patrocinadores de nuestra selección y debieron pensar que estábamos adelantando trabajo publicitario para el próximo Mundial.

Eso ocurrió en el minuto dieciocho de partido. Antes, casi nada. Un disparo desviado de Morientes. Después, nada de nada. Un tirito de Beck que atrapó sin dificultad Casillas en un acto cruel. No olviden que Liechtenstein no ha marcado un sólo gol en toda la fase de clasificación y, por tanto, Iker hubiera hecho la obra buena del día si se la traga. ¿Se paga con dinero la ilusión que les hubiera hecho el gol? Rotundamente no.

Decir que era un partido de pruebas es puro eufemismo pero Camacho movió el banquillo en la segunda parte. Si de inicio había debutado Albelda, luego lo hizo José Ignacio. Con la presencia de éste y la incorporación de Tristán, aparecieron algunas ideas nuevas en ataque. Bueno, no crean que eso nos sacó del bostezo. Los chicos del Principado seguían a lo suyo y los nuestros perdían la poca motivación que les quedaba. Así llegó el segundo gol en una jugada parecida a la del tanto de Raúl. Cambien la banda y sustituyen la cabeza del madridista por la de Nadal y ya tienen la foto. Centró nuevamente Mendieta y el defensa del Mallorca arrasó con todos. ¿Por qué no repetimos la jugada? Igual habrían caído muchos más. Pero en el fondo, ¿qué más da? Insisto en que resulta inaceptable perder el tiempo con encuentros tan ridículos. Lo mejor que puede ocurrir es que no nos aprendamos el nombre del rival. Será buen muy buena señal. ¿Liechtensqué?