En Bruselas acabó con ese reinado un marroquí de 29 años llamado Brahim Bulami, que se entrena por libre, sin preparador. En una carrera vertiginosa desbancó en la plusmarca a Bernard Barmasai. Cuando las liebres dijeron adiós, se puso en cabeza, corrió como alma que lleva el diablo perseguido por tres demonios kenianos y aguantó su ataque feroz, en contra de lo previsto.
Acabó en 7:55.28, registro que sustituye a los 7:55.72 de Barmasai, establecidos hace ayer exactamente cuatro años, en Colonia. En Edmonton, hace nada, fue sólo décimo. Sus mejores actuaciones hasta ahora eran los séptimos puestos en los Juegos de Atlanta y Sydney, pero era el atleta con mejor marca entre los no kenianos. El dato es importante, porque esta prueba, creada en Europa, se adapta como ninguna otra a los corredores que llegan al Viejo Continente provenientes de las altiplanicies de Eldoret. La derrota keniana de ayer es una bofetada para los atletas de las tribus nandi, turkana o masai. Como si un estadounidense pierde en 100 metros. O peor.
Y en esa vorágine, Luismi Martín Berlanas batió su propio récord español con un registro de 8:08.74. Tenía anteriormente 8:09.77. Berlanas fue cuarto, y mejor europeo, en los Mundiales de Edmonton. Entonces dejó muy atrás a Bulami. Lo del madrileño tiene un mérito tremendo, porque fue operado de los tendones no hace mucho, se recuperó, sufrió como un condenado y a fuerza de voluntad, de fe y de aguantar está entre los mejores. Su próximo objetivo será batir el récord europeo. Lo tiene el francés Mahmoud en 8:07.62. Asequible.