Los mejores del mundo, en casa

WATERPOLO

Los mejores del mundo, en casa

Ya están en casa. Después de casi un día metidos en el avión, los héroes de Fukuoka regresaron a España. Con cara de cansancio, aunque con la satisfacción de llevar cerca de su corazón la medalla de oro, los integrantes de la selección nacional más laureada de los últimos años, aterrizaron ayer por la noche en el aeropuerto de El Prat de Barcelona, después de hacer escala en Amsterdam (Holanda).

El domingo consiguieron el oro, aunque los japoneses intentaron boicotear la fiesta final, cuando, ante la sorpresa de todo el mundo, no pusieron las notas del himno nacional por la megafonía.

La historia de este grupo humano no es nueva. De la base, que se formó en los campeonatos del mundo de Perth en el año 1991, sólo quedan tres jugadores: Jesús Rollán, Salvador Gómez y Daniel Ballart. Ellos fueron los encargados de liderar a una selección que asombró al mundo entero y batió un nuevo récord: hasta ahora ninguna selección había acabado unos campeonatos del mundo imbatida, por lo que la leyenda sigue creciendo.

La cantera del waterpolo español tiene un toque especial para triunfar, aunque los más veteranos saben como motivarles en todo momento. Las lágrimas que derramaron Guillermo Molina o Gabriel Hernández, una vez finalizó el partido, y después de comenzar a ver que su esfuerzo se había transformado en oro, era secundado por los abrazos y los besos de los que ya están acostumbrados a luchar y a ganar.

Los gritos de alegría que se oyeron ayer en la terminal A del aeropuerto barcelonés, fueron un fiel reflejo de la alegría que los españoles llevaban dentro desde hacía muchas horas. "Campeones, campeones", fue lo que más se repitió. Todos tenían ganas de fiesta: los chicos de oro querían seguir la juerga que comenzaron en Japón y que continuaron en el camino de regreso a casa.

Pese a estar a muchos metros de altura, era como si quisieran que se enterara todo el mundo de que por encima de sus cabezas volaba un equipo campeón, mientras que en Barcelona les esperaba, con más ganas un grupo de 350 Wpersonas, que por un motivo u otro, siguieron sus evoluciones a través de la televisión. A todos ellos, sin excepción, felicidades.