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OLIMPISMO

El adiós de un zar

Cuando mañana, 16 de julio, la 112ª sesión del Comité Olímpico Internacional elija a su octavo presidente, Samaranch estará diciendo adiós a 21 años dedicados a la institución encargada de velar por el deporte olímpico.

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El adiós de un zar
ALEXANDER NATRUSKIN (REUTERS)

Y lo hará en Rusia, un 16 de julio, porque él lo eligió así hace tiempo. Porque Samaranch, un hombre aferrado a sus más firmes ideas y costumbres, ha querido repetir para su despedida la fecha y el lugar que le abrió las puertas al que ha sido el mayor sueño de su vida: encumbrar a los Juegos Olímpicos al lugar donde se merecen, lejos de conflictos políticos y desigualdades.

Y todo esto sucederá a 24 horas de su día mágico, el 17 de julio, el día de su 81 cumpleaños, el día que ha ido marcando los acontecimientos más relevantes de su vida. Un 17 de julio de 1973 fue nombrado presidente de la Diputación de Barcelona y un 17 de julio de 1977 abandonó el cargo para ser embajador de España en la URSS, el puesto que le abrió las puertas a las difíciles relaciones con los países del Este, y a los que se ganó para que le reconocieran como zar en su carrera hacia la presidencia del COI. En Moscú fue elegido, y en Moscú se despedirá.

Un 17 también, esta vez del mes de octubre de 1986, Barcelona fue elegida sede de los Juegos de 1992. Una larga lista de coincidencias que Monique Berlioux, la directora del COI en 1980, rompió sin querer al no acceder al deseo de Samaranch de hacer coincidir su llegada al COI con su fecha talismán.

Enarbolando la bandera olímpica, Samaranch dio la vuelta al mundo, acabó con el boicoteo político, fomentó la presencia de la mujer, vio cumplido su empeño de traer a Barcelona unos Juegos y superó, más reforzado, la crisis de corrupción de 1998. Un día mágico para un final feliz. Aunque falten 24 horas para la fecha talismán.