Yugoslavia sería un sueño: Doncic, Jokic, Bogdanovic...
La semifinal contra EE UU recupera una de las preguntas más sugerentes del baloncesto: ¿cómo sería el equipo de una Yugoslavia unificada?
En abril, y en el podcast The OGs, con los exjugadores (campeones con los Heat) Udonis Haslem y Mike Miller, un Goran Dragic que había anunciado su retirada meses antes, a finales de diciembre, se desgañitaba: “Imaginaos el equipo que teníamos: Petrovic, Divac, Radja, Kukoc… Y ahora, si siguiéramos siendo un solo país, mirad: tendríamos juntos a Doncic, Jokic, Vucevic, Bojan y Bogdan Bogdanovic, Marjanovic… ¡podríamos plantaros cara perfectamente!”.
El base retirado, leyenda eslovena que fue MVP en el oro del Eurobasket 2017 (con un todavía imberbe Doncic como escudero) y que también pasó por los Heat durante sus quince año en la NBA, sacaba a relucir un tema que ya es un clásico de debate, un what if irresistible entre los aficionados del deporte, especialmente en las modalidades en las que mencionar a los Balcanes provocó, provoca y seguramente seguirá provocando siempre sudores fríos en los rivales: ¿Qué equipo tendría la extinta Yugoslavia se hubiera seguido siendo un país unificado?
En baloncesto es un tema siempre sugerente, uno que se puede (y se suele) replicar con la también extinta Unión Soviética. A partir del fatídico verano de 1991, los hechos que llevaron a la terrible Guerra de los Balcanes acabaron con la desaparición de Yugoslavia y el nacimiento de lo que, después de algunas transformaciones, hoy son otras seis repúblicas soberanas: Serbia, Croacia, Eslovenia, Bosnia-Herzegovina, Montenegro y Macedonia del Norte. Sigue todavía pendiente, por ejemplo, la cuestión de Kosovo.
Volviendo al baloncesto, ayuda desde luego a aumentar la leyenda el hecho de que Yugoslavia se rompió cuando había irrumpido una generación de oro que ganó los Eurobasket de 1989 y 1991 y el inolvidable Mundial de 1990, en Argentina. Allí, en ese oro que se aseguró con victorias en semifinales y final contra EE UU y la URSS, jugaban croatas como Drazen Petrovic, Dino Radja, Zoran Cutura o Velimir Perasovic (en Barcelona 92 ya representaron a Croacia), un esloveno como Jurij Zdovc, un bosnio como Zoran Savic, un montenegrino como Zarko Paspalj y serbios como Zeljko Obradovic (que después se ha convertido en el mejor entrenador FIBA de la historia) y Vlade Divac. Un equipo irrepetible.
Pero lo cierto es que ahora, y si se juega a ese baloncesto-ficción, la antigua Yugoslavia tendría un equipo que podría ser al menos igual de temible. Contando además con que ahora, a partir de la globalización que siguió a los Juegos de Barcelona, las diferencias entre Estados Unidos y los demás se han acortado drásticamente. La NBA es una competición cada vez más internacional y, por ejemplo, dos de los tres finalistas para el último MVP de la NBA eran balcánicos: ganó Nikola Jokic (serbio) y acabó tercero Luka Doncic (esloveno). El segundo, además, fue un canadiense, Shai Gilgeous-Alexander.
En semifinales del torneo olímpico de París 2024, la Serbia de Jokic (y otros tres NBA: Bogdan Bogdanovic, Vasilije Micic y Nikola Jovic) casi acaba con el nuevo Dream Team, un equipo hecho para vengar los desastres de versiones menores del Team USA en los últimos mundiales (2019 y 2023) y volver a sacar brillo a la versión divina, la olímpica, de un equipo de ensueño que tampoco había sido pleno en Río 2016 y Tokio 2020. Ganó de forma inmaculada, pero aunque básicamente eran todos los que estaban, no estaban todos los que eran. Ahora sí: con LeBron James, Kevin Durant y Stephen Curry al frente, esta es para muchos la segunda venida del Dream Team, el mejor equipo junto al de 1992 por delante incluso de aquellas también inolvidables versiones del Redeem Team en 2008 y 2012.
Aquel equipo de Pekín y Londres vengó el desastre de 2004, la última vez hasta este partido con Serbia en la que un Team USA había estado, en unos Juegos Olímpicos, con una desventaja de 17 puntos. Esta vez remontó, y dejó para el recuerdo ese último cuarto de LeBron, Curry y Durant exprimiéndose para salvar el oro… y la honra. Serbia, con un tres veces MVP de la NBA (algo inimaginable en un rival del Dream Team original, claro) llevó a EE UU a su límite final, al non plus ultra. El Team USA salvó el pellejo, con mucho mérito si se atiende solo al último cuarto. Y el partido acabó siendo un clásico instantáneo, uno que tal vez quede como la cumbre del baloncesto de selecciones porque ni siquiera España en Pekín 2008, hasta ahora el patrón oro sobre cómo acercar a una EE UU de ensueño al precipicio, estuvo tan, tan cerca. Así que es inevitable, en ese contexto, preguntarse cómo habría sido en estos Juegos un equipo de Yugoslavia, de la antigua Yugoslavia completa. Y si, así, sí habría podido culminar la caza del gran oso americano. La duda tiene una enorme vigencia solo con contar con la inclusión de Luka Doncic, claro. Pero hay más, mucho más:
Serbia tiene a Nikola Jokic, Bogdan Bogdanovic y Vasilije Micic, tres NBA. Jokic es tres veces MVP en la NBA y también MVP de las Finales 2023, cuando llevó a los Nuggets al primer anillo de su historia; Bogdanovic fue elegido en el Mejor Equipo de la Euroliga en la década 2010-20 y Micic dominó la competición continental durante los años de gobierno del Efes: ganó dos títulos (2021 y 2022), un MVP y dos MVP de la Final Four. Nikola Jovic es un alero de 2,08 con un potencial inmenso; Número 27 del draft de 2022, lleva dos años en Miami Heat, donde se confía en su explosión, tal vez a partir de la próxima temporada.
Esos cuatro podrían ser fijos en una selección yugoslava. Y también habría que tener en cuento desde el lado serbio, claro, al gigante Boban Marjanovic, un pívot de 2,24 (y ya 35 años) que era totalmente dominador en Europa cuando decidió irse a una NBA en la que ha jugado desde 2015; Y a un base explosivo como Aleksa Avramovic, un escolta tirador como Marko Guduric e interiores como Nikola Milutinov y Filip Pretusev (con pasado NBA). Y a un alero como Vanja Marinkovic, ahora que están ya en retroceso clásicos de los últimos años como Nikola Kalinic o Vladimir Lucic. Además, la sangre nueva la podrían poner Nikola Topic, excepcional base de 18 años que acaba de ser elegido (OKC Thunder) con el número 18 del último draft, Nikola Djurisic (20 años, número 43 del último draft) o el ala-pívot Tristan Vukcevic (21), que está dando sus primeros pasos en la NBA con Washington Wizards.
Croacia, que hizo un buen Preolímpico pero perdió en la final de Atenas contra la Grecia de Giannis Antetokounmpo, lleva años sin estar a la altura de su joven pero antes temible nombre: su mayor éxito en la última década es el quinto puesto de Río 2016. Pero podría aportar a Bojan Bogdanovic, un tremendo alero anotador ya veterano (35 años) y que lleva una década metiendo muchos puntos en la NBA. A Mario Hezonja, que tras no hacerse hueco en la NBA se ha convertido en un jugado de primer nivel Euroliga en el Real Madrid, y a los interiores Dario Saric, que lleva ocho años en la NBA, e Ivica Zubac, un rocoso pívot clásico que está en EE.UU. también desde 2016. Además, el futuro apunta brillante con nombres como Zvonimir Ivisic (20 años, pívot), Michael Ruzic (17, una perla del Joventut) y Roko Prkacin (21).
Eslovenia está en horas bajas, especialmente tras la retirada de Goran Dragic, pero desde luego Luka Doncic sería el gran referente de esa Yugoslavia junto a Nikola Jokic. Otro jugador interesante para la rotación podría ser el alero de más de dos metros Vlatko Cancar (en Denver Nuggets desde 2019). Otro clásico de la NBA (en la liga desde 2011) como Nikola Vucevic sería otro pívot de lujo y la gran aportación de Montenegro. Desde Bosnia también hay talento de primera categoría: el pívot Jusuf Nurkic (NBA desde 2014) y Dzanan Musa, el escolta todavía joven (25 años) que no triunfó en la NBA pero recondujo totalmente su carrera en España: MVP de la ACB con el Breogán (2022) y una pieza importante en el Real Madrid de las dos últimas temporadas.
Por último, se podría incluir también en este equipo ficticio al turco Cedi Osman, un fantástico alero de 29 años que lleva desde 2017 en la NBA y que es un habitual de la selección turca pero con claras raíces balcánicas: nació en Ohrid, en Macedonia del Norte, y su madre es bosnia.
Así que Yugoslavia podría hacer una selección de doce jugadores en la que el problema en algunos puestos sería (y contando que hay casos muy claros y otros que son una pura cuestión de gustos personales) a quién elegir y a quién dejar fuera, en ningún caso el contrario. Podría ser un equipo como este:
BASES: Luka Doncic y Vasilije Micic
ESCOLTAS: Bogdan Bogdanovic y Dzanan Musa
ALEROS: Bojan Bogdanovic, Nikola Jovic y Cedi Osman
ALA-PÍVOTS: Mario Hezonja y Dario Saric
PÍVOTS: Nikola Jokic, Ivica Zubac y Nikola Vucevic
Con lo que quedaría fuera se podría hacer otro equipo muy competitivo: Avramovic, Topic, Guduric, Cancar, Marinkovic, Petrusev, Nurkic, Milutinov, Marjanovic…
Si esa Yugoslavia ganaría a la actual Estados Unidos es una pregunta que nunca podremos responder. Solo podemos especular y debatir (los what if...), pero seguramente la semifinal de París 2024 ha cambiado algunos puntos de vista, o al menos ha hecho pensar a unos cuantos que igual lo tenían más claro hace solo unos días. Y, claro, habrá hecho que la nostalgia invada a los que, al menos si hablamos de baloncesto, se alinean con el seleccionador, el ilustre (genio y figura) Svetislav Pesic: “Hay dos cosas que me faltan en la vida, mis padres y mi Yugoslavia”.
Medallero de los Juegos Olímpicos