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PARÍS 2024

París, un Louvre de momentos

Del relevo de Nadal a la estremecedora lesión de Carolina Marín, pasando por la reverencia de Biles a su rival o la ola de Gabriel Medina, los Juegos han dejado estampas para la historia.

París, un Louvre de momentos
GABRIEL BOUYSAFP

Difícilmente existe en el planeta un escenario semejante a París. Con sus monumentos. Su elegancia. Su historia. De la Torre Eiffel al Palacio de Versalles, las Tullerías, el Gran Palacio o el Sagrado Corazón de Montmartre. Un plató de verdad que los organizadores de los Juegos Olímpicos han sabido exprimir de maravilla desde la ceremonia inaugural, entre el Sena y Trocadero, y al que los deportistas -verdaderos actores y actrices protagonistas de este magno espectáculo- han dotado de vida. De emoción.

Con estampas, momentos, la mayoría felices y alguno amargo, que pasarán a la posteridad: del relevo de la llama por parte de Rafa Nadal a Sifan ‘Zatopek’ Hassan, pasando por la desgraciada lesión de Carolina Marín o Mijaín López depositando sus botas sobre el tapiz. Una de las ciudades más fotografiadas del mundo exporta ahora sus propias instantáneas de unos Juegos inolvidables. Una suerte de museo del Louvre de 17 días irrepetibles.

Nadal aviva la llama olímpica

No hay ningún deportista más parisino que un manacorí llamado Rafa Nadal, 14 veces ganador de Roland Garros, que erizaba la piel de los espectadores en la ceremonia inaugural cuando, sobre la pasarela construida en pleno Trocadero, aparecía para recibir la antorcha olímpica de manos de Zinedine Zidane. El mismo que en 2005 le entregó su primer título en la Philippe Chatrier. A bordo de una lancha motorizada, junto a Nadia Comaneci, Serena Williams y Carl Lewis, remontó Nadal el río Sena con la llama camino del pebetero.

El exfutbolista del Real Madrid y de la selección francesa, ZInedine Zidane, entrega la antorcha olímpica al tenista, Rafa Nadal, durante la ceremonia de apertura de los Juegos Olímpicos de París 2024.
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Rafa Nadal recoge la antorcha de manos de Zinedine Zidane. CHRISTOPHE PETIT TESSONEFE

Carolina estremece al mundo

Me he roto, me he roto” sollozaba Carolina Marín, tumbada en el suelo del Arena Porte de La Chappele. Estaba virtualmente en la final (primer set de su semifinal ganado, 10-5 en el segundo). Pero su rodilla derecha decidió convertir la fiesta en una de las mayores amarguras que se recuerden. Rotura del ligamento cruzado y del menisco. Y, aun así, decidió enfundarse una rodillera y seguir. Imposible. Volvía a romper en llanto, que se contagiaba entre el público, incluso a su rival, He Bingjiao (que acabaría luciendo un pin del COE en el podio, a modo de homenaje), ante lo que su entrenador, Fernando Rivas, trataba de consolar lo inconsolable. Le trajeron una silla de ruedas al centro de la pista pero ella rehusó abandonar así los Juegos, quién sabe si su carrera, en su penúltimo gesto de grandeza.

Carolina Marín.
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Carolina Marín.JESUS ALVAREZ ORIHUELADIARIO AS

Alfred, la embajadora de Santa Lucía

No sabía ni a dónde ir, y casi corrió otro hectómetro Julien Alfred al percatarse de que se había proclamado campeona de los 100 metros (lisos, como se decía toda la vida). Así que optó por arrancarse el dorsal pegado a su pecho y enseñárselo al mundo. Mostrarle al planeta que la primera medalla olímpica en la historia de Santa Lucía, una isla caribeña con menos habitantes que cualquier ciudad mediana española, había sido un oro en la prueba reina del atletismo (10.72). Ante Sha’Carri Richardson. Y corrió a golpear la campana como si en lugar de avisar de su victoria quisiera anunciar que el mundo ya se podía acabar, que lo había conseguido.

Julien Alfred.
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Julien Alfred. YOAN VALATEFE

Mijaín deja las botas

Si existe un final perfecto para una trayectoria olímpica, Mijaín López tiene la patente. Fue tras su victoria en la noble lucha grecorromana, categoría de 130 kilogramos. La que le convirtió en el único deportista en la historia capaz de colgarse cinco oros (y, además, consecutivos) en una misma prueba. A punto de cumplir 42 años y con seis Juegos a su anchas espaldas, este gigante -en todas las acepciones posibles- con cara de bonachón optó por la escenificación perfecta de su retirada: despojándose de sus botas y dejándolas reposar sobre el tapiz.

Mijaín López.
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Mijaín López.PUNIT PARANJPEAFP

La reverencia de su majestad Biles

Si un niño que disfruta de sus primeros Juegos pregunta por qué son lo más grande del deporte, quizá habría que responderle con estampas como la de Simone Biles junto a su compatriota Jordan Chiles rindiéndole una reverencia a Rebeca Andrade, que acababa de despojarle del que habría sido el cuarto oro en París 2024 de la más grande. “This is everything”, tuiteaba la cuenta oficial del evento. Efectivamente, Biles prostrada ante la brasileña es todo lo que representa el movimiento olímpico.

Biles, Andrade y Chiles.
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Biles, Andrade y Chiles.GABRIEL BOUYSAFP

Khelif sale a hombros de Roland Garros

Aunque Novak Djokovic fue el gran triunfador del tenis, fue otra deportista la que salió a hombros de Roland Garros. Una boxeadora argelina, de nombre Imane Khelif, que venció en categoría de -66kg, y que fue llevada a hombros alrededor del ring por su entrenador, Mohamed Al-Shawa, mientras las banderas de su país ondeaban a decenas en la grada. En el relato de este oro pesaba el ruido que durante la competición generaron sus niveles elevados de testosterona y presencia de cromosomas XY, la llamada intersexualidad, aunque Khelif es mujer a todos los efectos. Y campeona olímpica.

Imane Khelif.
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Imane Khelif.MOHD RASFANAFP

Un baño en el Sena

Cierra Woody Allen su ‘Midnight in Paris’ con una escena sobre el puente de Alejandro III y la frase “París es más hermosa bajo la lluvia”. Bajo ese barroco escenario y contradiciendo al cineasta, se desarrollaron el triatlón y las aguas abiertas. Una imagen que, como la ceremonia inaugural, tenía la clara vocación de mostrar la ciudad al mundo. Y lo consiguió, aunque a costa de poner en riesgo la salud de los deportistas, entre nadar contracorriente y los niveles bacteriológicos. Por suerte, bien está lo que bien acaba.

El inicio del triatlón en el Sena.
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El inicio del triatlón en el Sena.MARTIN BUREAUAFP

Montmartre a la carrera

Por la bohemia calle Lepic, y transformando por unas horas el artístico ambiente de los sempiternos pintores por el arte de la bicicleta, disfrutó el ciclismo en ruta de bellas estampas por el barrio de Montmartre, con adoquinados como en Flandes, bailarinas saludándolos con un cancán a su paso por el Moulin Rouge y tres ascensiones hasta la basílica del Sagrado Corazón. Allí, en un recorrido tan cercano pero distinto a la desembocadura del Tour, Remco Evenepoel y su comitiva devolvieron el romanticismo a las dos ruedas.

Remco Evenepoel, ante la basílica del Sagrado Corazón.
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Remco Evenepoel, ante la basílica del Sagrado Corazón.Angelika WarmuthREUTERS

Una playa en la Torre Eiffel

No existe nada más icónico en París (y Francia), y mira que tiene monumentos emblemáticos, que la Torre Eiffel. Pues allí decidió el comité organizador de los Juegos montar una playa. A casi 200 kilómetros de la más cercana. El voleibol playa en el Campo de Marte, con ese poderoso símbolo detrás coronado para la ocasión con los aros olímpicos, ha sido uno de los mayores polos de atracción de París 2024. Por curiosos y fotógrafos de todo el mundo. Y por amantes del jolgorio, con sus DJ’s y amenizaciones de todo tipo.

Espectacular el voley playa ante la Torre Eiffel.
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Espectacular el voley playa ante la Torre Eiffel. Miguel ToñaEFE

El colapso de Kipchoge

En una maratón que concluye en Los Inválidos puede suceder cualquier cosa. Y ocurrió. El bicampeón olímpico y gran favorito para el tercer oro, Eliud Kipchoge, no pudo completar la gesta. Sin embargo, deparó instantáneas para la eternidad. Sufrió el keniano unas molestias lumbares cada vez más insoportables, hasta el punto de que caminó en lugar de correr durante dos kilómetros hasta que en el 31, a su paso por Meudon, en la periferia, decidió abandonar. Y regalar sus zapatillas, su camiseta y sus calcetines a quienes le habían acompañado durante la caminata. Encomiable.

Eliud Kipchoge, tras colapsar.
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Eliud Kipchoge, tras colapsar.

Vuela Gabriel Medina

Acaso sea la fotografía artísticamente más perfecta de estos Juegos, y curiosamente se tomó a 15.719 kilómetros de París. Concretamente, en la Polinesia francesa, en Tahití, sobre la poderosa ola Teahup’o. Su autor, Jérome Brouillet para la agencia France Press, captó al surfista Gabriel Medina levitando, casi volando, sobre el agua después de asaltar la fiereza de la llamada ola asesina. Parecía obra del ‘photoshop’, pero Brouillet había observado al brasileño y sabía que suele celebrar sus intentos exitosos con el dedo índice en alto. Como si fuera Superman.

Gabriel Medina.
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Gabriel Medina.JEROME BROUILLETAFP

Zatopek se reencarna en Sifan Hassan

No es checa sino neerlandesa, aunque de origen etíope. Y tampoco ha ganado las tres pruebas de fondo del atletismo olímpico, los 5.000, 10.000 y la maratón. Pero a Sifan Hassan la poseía este domingo por la mañana el espíritu de Emil Zátopek para completar el álbum deportivo de cromos de estos excelentes Juegos. Hassan cruzaba en primer lugar los Inválidos tras 42.195 metros de lucha y con un récord olímpico en el bolsillo (2h22:55). Antes, se había colgado el bronce en el Stade de France en 5.000 y 10.000. La nueva locomotora humana.

Sifan Hassan.
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Sifan Hassan.ANDREJ ISAKOVICAFP
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