Molné y Gálvez rozan la medalla
Cuarto y quinto puesto para las españolas en la modalidad de trap femenino en el campo de tiro de Chateauroux. Llegaron a la final con las dos mejores puntuaciones. Oro de la guatemalteca Ruano con récord olímpico.
El CNTD de Chateauroux-Deolses es el complejo de tiro deportivo más grande de Europa (100 hectáreas). Situado en pleno centro de Francia, a 269 km de París, es capaz de acoger todas las disciplinas entre 10 y 600 metros. La localidad de las escopetas fue cruel con las dos representantes españolas en la final de trap femenino o foso olímpico. Mar Molné (22 años) fue cuarta y Fátima Gálvez (37), quinta. Muy cerca de un podio que coparon la guatemalteca Adriana Ruano, con récord olímpico de la final (45), la italiana Silvana Stanco y la australiana Penny Smith. Mar Molné (22 años), que llegó al mundo del tiro gracias a la afición a la caza de su padre, había realizado una clasificación maravillosa. 123 aciertos, la mejor. Uno por delante de Fátima Gálvez. Cualquier empate les daba ventaja.
El inicio de Mar en la final fue fantástico, pero platos sueltos que se fue dejando más un colapso de tres errores entre el 25 y el 30 acabó con sus opciones de podio. Dolorosa cuarta posición. Por su parte, Fátima lastró su resultado con un mal inicio: cuatro errores en los cinco primeros platos y uno más en el 11. La tiradora que en su palmarés luce oro en Juegos, Mundial y Europeo quería soñar y fue capaz de remontar a la china Wu, cayó en la siguiente eliminación. Quinto puesto, diploma para la campeona olímpica en Tokio 2020, formando dúo con Alberto Fernández en trap mixto, y que cuenta en su palmarés con dos oros en Juegos, seis chapas mundiales (oro en 2015) y diez continentales (es la vigente campeona de Europa).
Reflejos, concentración, control, relajación y velocidad son clave para una especialidad en la que la tiradora, con una distancia del planché al foso de 15 metros, es consciente del punto de origen del plato y la dirección (tres distintas por puesto); pero no conoce el ángulo de salida. Los platos de 11 cm y hechos de betún y cal vuelan desde las quince posibles máquinas a una velocidad de salida de 120 km/h, y están configurados para viajar hasta 80 metros a diferentes alturas. En esa trayectoria, la tiradora con la escopeta apoyada en el hombro pide el volátil naranja y lo debe quebrar con un cartucho de 24 gramos de plomo que dispara su arma del calibre 12. En la clasificación hay dos disparos en cada uno de los 125 platos; en la final, uno.
En la fase que daba derecho a las mejores para pelear por las medallas, la dupla de españolas lo bordó. Primer puesto para Mar Molné, la tiradora de El Morell (Tarragona). 123 aciertos de 125. Segundo lugar con 122, y tras ganar el desempate posterior, para Fátima Gálvez; la psicóloga de Baena (Córdoba). Impresionante e histórico. Las dos a la final con matrícula. Llegaba la ronda definitiva. Dos de seis, un 33%. Las opciones de medalla eran altas.
Las reglas cambiaban para la final... celebrada con 30 grados de temperatura, una humedad del 70% y un viento de un m/s. Puntuación a cero con 50 platos por delante, de los que sale un humo rosa al ser quebrados; espectáculo televisivo. Y un único disparo por plato sin saber dirección. Todas tiran 25 y la última en puntuación tras esa ronda queda sexta. A partir de ahí, cinco más; y mismo proceso. Así, sucesivamente, hasta llegar a los últimos diez, que es cuando se dilucida el oro y la plata de los Juegos. Con la excepción de los las ediciones de 1904 y 1928, las disciplinas de tiro han sido incluidas en todas las ediciones desde los primeros Juegos modernos, celebrados en Atenas 1896. Con 116 medallas, casi la mitad de las cuales son de oro (57), Estados Unidos es de lejos el líder de la disciplina, seguido de China (67/26). España se quedó muy cerca de vivir un día memorable en Chateauroux.